Las oportunidades de inversión en la industria,
que se abrieron en el contexto del proceso de
sustitución de importaciones en México, fueron
aprovechadas, entre otros, por algunas de las gran–
des empresas norteamericanas, que se fueron ubi–
cando en la producción de consumo durable para
abastecer al protegido mercado interno. Desde
1950 este sector de la industria ha sido el eje de la
dinámica económica del país.^
Las características propias de este tipo de sec–
tor industrial no generaron desde un principio sus
propias fuentes de financiamiento por carecer de
capacidad exportadora; en consecuencia, se vio
obligado a buscar otras fuentes, tanto internas
como externas. Así, el deterioro constante de los
ingresos generados por las exportaciones prima–
rias y por el turismo forzó el paso del financiamien–
to en pos de un crecimiento industrial por la vía
del uso creciente de las divisas provenientes de las
exportaciones petroleras y del endeudamiento ex–
terno. Ambos factores, petróleo y deuda, condicio–
naron el desenvolvimiento de la economía en ge–
neral, y del sector industrial en particular.
Los movimientos alternos de la economía me–
xicana en el transcurso de la década de los setenta,
provocados no sólo por factores internos sino tam–
bién por las nuevas modalidades del sistema eco–
nómico internacional, asignaron al aparato pro–
ductivo del país una participación destacada en su
articulación a la economía mundial, a partir de su
fuerte potencial en el campo de los hidrocarburos.
Al mismo tiempo, fue proporcionando los recursos
necesarios para el financiamiento del crecimiento
económico del país en aquellos años.
En efecto, desde entonces y hasta los primeros
años de la década siguiente, la imagen de México
se convirtió en la de un país con una abundancia
permanente de ese recurso y, a partir de él, en una
economía con oportunidad de adecuar y evolucio–
nar el conjunto de su aparato producdvo, esto es,
de avanzar en el cambio estructural.
Los acontecimientos corrientes de la época, no
obstante, se encargaron de presentar resultados
diferentes. Las exportaciones petroleras registra–
ron un destacado incremento del 446.5% para el
lapso 1978-1981; mientras tanto la economía en su
^ Emilio Caballero,
op. cit.,
p.
16.
conjunto creció a una tasa media anual del 8.4% en
los mismos años (la tasa promedio para América
Latina, para ese periodo, fue del 2.3%, mientras
que las de Estados Unidos y de la Comunidad
Económica Europea eran negativas para 1980).
Asimismo, los ingresos anuales provenientes de las
exportaciones petroleras pasaron de 1 863 millo–
nes de dólares a 14 573, también para el mismo
periodo. La principal variable explicativa de su
hecho radicó en el precio de venta a nivel interna–
cional. Éste se modificó de 13.31 dólares por barril
exportado en 1978 a 33.2 en 1981.
Ante esta coyuntura, los esfuerzos de política
económica se encaminaron a impulsar todo tipo de
gasto que implicara una mayor extracción de hidro–
carburos para que, al tiempo de ubicar a la econo–
mía como una de las principales exportadoras en
el mercado petrolero internacional, permitiera la
utilización de dichos recursos en aras del creci–
miento económico del país. Por otra parte, las
exigencias de mayores montos de recursos para
mantener el crecimiento industrial, así como de
saldar su déficit comercial producto de los desequi–
librios y carencias estructurales apuntados obli–
garon, al mismo tiempo y por la lógica de los
acontecimientos, a recurrir en forma creciente al
recurso de la deuda externa, con apoyo en la dispo–
nibilidad del petróleo.^
Y así sucedió. Mientras que el crecimiento de
las exportaciones sobre todo a finales de la década
de los setenta y hasta 1981, fue sensiblemente
menor que el de las importaciones -por lo que el
déficit en cuenta corriente pasó de 2 693 millones
de dólares en 1978 a 12 544 en 1981- la deuda con
el exterior (pitblica y privada) se elevó de 33 400
millones de dólares a 87 600 entre los mismos años.
Es decir, un incremento de más de 2.6 veces su
valor inicial en sólo tres años.
El peso de la deuda extema contraída durante el
auge, la ampliación del carácter deficitario de la
balanza comercial y la modificación desfavorable de
la coyuntura internacional, expresada en la fuerte
Del uso que se dio a los recursos del exterior durante esta
breve etapa de auge (
1978-1991
) destacan los renglones de
la importación de mercancías y de pago a factores del
exterior al representar, en conjunto, el
71%
del total de
esos recursos.
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