fines de los sesenta
e l
mecanismo comienza
a
mostrarse disfuncional. En
uno
y
otro polo
( e n los
países centrales y en la periferia latinoamericana)
se agotan los respectivos patrones de acumulación de la posguerra
y
las
necesidades del reordenamiento estructural ponen a la orden del día una
drástica astringencia salarial.
De aquí el rebrotar monetarista,*' el cual opera como
ufia
racionaliza–
ción seudocientífica bastante adecuada a tales propósitos. Para el caso que
nos preíKiupa
—el de México y América Latina— se trata de un
prerrequi-
sito imprescindible
para la consolidación del patrón de acumtdación se–
cundario-exportador.'* Agreguemos, si tal tónica se preserva a líirgo
plazo,
el modelo secundario-exportador se "ladea" hacía la variante "neoliberal".'"
Es decir, como efectos probables y de largo plazo, tendríamos mayor ines–
tabilidad, más subutilización de recursos y menor crecimiento.
7. La interacción entre la política estatal y la vida económica es un
hecho lo bastante obvio como para detenerse en él. Además, la política
estatal nunca es neutral.
L a
no neutralidad se puede entender en un doble
sentido; a) el impacto diferencial que tienen estas políticas
e n
las dife–
rentes clases y
capas
sociales; b) la modificación que provocan en el
comportamiento del sector privado. Y valga la aclaración; en tanto la natu–
raleza del sistema económico y del Estado se correspondan, la modifica–
ción es relativa y no
p u e d e
afectar a la lógica más esencial del sistema,
como, pongamos por caso, la de la valorización de los capitales. De hecho,
tales modificaciones se subordinan a tal lógica esencial y, en fin de cuen–
tas, su preten,sión es servirla de acuerdo
a
las condiciones históricas del
caso.
El impacto modificador es bastante evidente cuando el intervencionis–
mo estatal es amplio y explícito. Este, por ejemplo, es el caso de las polí–
ticas de orientación más o menos keynesianas que han dominado en los
países desarrollados en la posguerra. Para América Latina, las políticas
de industrialización ensayadas desde los cuarenta constituyen otro ejemplo.
Aunque menos obvia, habría también que destacar la incidencia por
"omisión". Dicho de otro modo.
lo
que a
veces
se denomina "prescinden-
cia estatal" es también una forma por medio de la cual el Estado
b u s c a
obtener determinados efectos en
l a
actividad económica. En el caso con–
creto que nos preocupa, la "prescindencia" da lugar a efectos muy nítidos;
"Qy
-.-Mi
creen que el neoclaiieiimo es una gran innovación leórica, parecerían
no advertir que ha dominado plenamente en las épocas de crecimiento hacía afiiera de
U periferia, antes de la gran depresión mundial de los años irtinta", Prebisch,
op.
cit.,
p. 145.
Ver J. C. Valeníuela Feijóo, "El nuevo patrón de acumulación
y
sus precon–
diciones (Chile 1973-1976)." Comercio
Exterior,
septiembre de 1976.
** M i l adelante и retoma este punto decisivo.
tendencias al estancamiento o a la recesión, incremento en la tasa de des
ocupación, descenso o congelación de los salarios reales y, por ende, me
nor participación de los salarios en el ingreso nacional, En suma, el sis
tema busca una abrupta elevación de la tasa de plusvalía.
La necesidad y consiguiente racionalidad de este objetivo no se podría
rechazar. Hemos ya apuntado que en los países más desarrollados, al pro
mediar los sesenta, los salarios reales comienzan a subir más rápidamente
que la productividad: "durante ei periodo en que el empleo se mantuvo
casi constantemente alto, hubo una tendencia general de los tipos de sa
larios a crecer más rápidamente que la productividad"."" Para una jomada
de trabajo constante, lo anotado provoca una caída de la tasa de plus
valía, y, a igualdad de otras condiciones, un descenso de la tasa de ga
nancia. La crisis, por lo tanto, tiene como origen fundamental una tasa
de plusvalía insuficiente. Por lo mismo, la emergencia de un nuevo auge
largo presupone la recomposición de la tasa de plusvalía. Al respecto, es
lítil recordar que el auge largo de la posguerra emerge en condiciones muy
diferentes. En este caso, el problema previo era el de una tasa de plus
valía excesivamente alta aunada a gastos sobre el excedente insuficientes,
con los consiguientes problemas de realización. En tales circunstancias, el
ideario Roosevelt-Keynes era obviamente funcional y posibilitó un reajus
te estructural con un contenido relativamente democrático y que consi
deraba, en algún grado, los intereses del sector asalariado. Recordemos
que en los cuarenta la izquierda keynesiana asume cierta fuerza y pre
tende resolver los problemas de realización (esto es, de demanda efectiva)
por la vía de una redistribución progresiva del ingreso y de un gasto pú
blico creciente y orientado a fines de bienestar social. En fin de cuentas,
el sistema opta por un 'Iceynesianismo militar", pero ello no anula el dato
básico del punto de partida; no se trataba tanto de elevar la tasa de plus
valía como de impulsar los gastos capaces de absorber (esto es. realizar)
el excedente. En la actualidad, el problema es diferente: hay que elevar
la tasa de plusvalía y de aquí la dificultad para impulsar políticas pro
gresistas-liberales y de constituir bloques socio-políticos del tipo de los
frentes populares europeos o roosveltianos. Asimismo, eslo explica —bas
tante más que las discusiones académicas— el descrédito de las políticas
keynesianas y el auge de las doctrinas monetaristas.
En los países latinoamericanos de mayor nivel de desarrollo rplativo,
el problema es análogo mas no idéntico. En tales países, en ta posguerra
domina el patrón de acumulación que
CEPAL
denominara "desarrollo ha
cia adentro basado en la industrialización sustitutiva de importaciones".
s^ Joan Robinson, orótogo a Alfred S. Eichner (edit.), Economia
poitktyntiiana,
И. Blume editt., Madrid, 19B4, p. 19-