distribuir las fuerzas productivas con el fin de obtener la combinación
más eficaz de las mismas. En un plazo de cinco años estas posibilidades
son mucho mayores, y en un período de diez a quince años son enormes,
a causa de las dimensiones alcanzadas por la acumulación"."* Ahora bien,
¿cómo introducir tal horizonte temporal de largo plazo sino es por la vía
dc la intervención o regulación estatal?; como apuntaba Bazárov: "el sector
estatal de la economia es, ante todo, una esfera de elaboraciones teleo-
lógicas... cuanto mayor sea la influencia operativa directa del Estado
sobre un determinado sector de la economia, en niayor medida se amplia-
rá el campo de acción de la elaboración teleologica, a costa de la prognosis
genética"."' Agreguemos que la "planeación corporativa" también contie–
ne ingredientes "teleológicos", es decir, no se limita a un acomodo espon–
táneo y pasivo a las fuerzas del mércalo. Pero esta capacidad es propia
de los grandes conglomerados transnacionales y, como regla, escapa a las
posibilidades del empresariado autóctono, el cual —todavía— necesita, en
nuestros países, del "bastón" estatal.
4. Terminemos esbozando algunas conclusiones gruesas- El proceso
de liberalización fondomonetarista genera un sesgo en lavor de; «)
lui
es–
tilo de crecimiento centrado en la dinámica exportadora;
b )
que tales ex–
portaciones sean principalmente de tipo primario o semírnanufacturero;
c)
un creciente papel del capital extranjero.
Si bien observamos, el esquema de crecimiento implícito resulta bas–
tante parecido a los cartabones que tipificaron al viejo modelo primario-
exportador. En este patrón, la fuerza propulsora radica en el sector exter–
no, las exportaciones son de carácter primario y la responsabilidad de
producirlas es usualmente asumida por el capital extranjero. Para México
y
el cono sur, dicho estilo feneció con ocasión de la crisis del 29 al
33.
Pero
segiín vemos, medio siglo después, el
F M I
insiste
en
revivirlo.
Al promediar los cincuenta, cuando la industrialización avanza en la
región, el conocido Jacob Viner criticó agriamente tales esfuerzos y con–
viene recordar el muy sarcàstico comentario de Prebisch; "después de apa–
recer uno de nuestros primeros informes, acertó a pasar por aquí uno de
los más ilustrados profesores en materia de comercio internacional ... Ha
condenado la industrialización latinoamericana, arrastrándonos en su exe-
"* S. G. StrumÜin, "Objefivoi y métodos de elaboración del Plan Quinquenal",
en Popov
Y
otroi,
Aitlodotogla
de ¡a planificación.
Aportoeionii
¡oviiiicaí,
l92t-¡930.
Editorial Comunicación, Madrid, 1972, p. 228.
" V . A. Bazirov, "Criterioi y métodos de la planilicación", en
Metodologia...,
ob.
cit.,
p. 185. Y permítasenos agregar: las muy ricas discusiones soviéticas de los añot
veinte poseen una pertinencia que .sobrepasa el marco de lot problemas de ta fransi,
ción socialitta. No en vano se ha afirmado que (ales discusiones constituyen la cuna
de la moderna teoría del desarrollo.
oración a los economistas de la
CEPAL
que la preconizábamos. Ha conde–
nado también toda forma de control deliberado del crecimiento económico
y de orientación del comercio exterior. Pero por lo menos nos ha dejado
una fórmula tínica y positiva de desarrollo económico: dedicarse a la agri–
cultura y controlar la natalidad"."
En relación a lo anotado, creemos también iltíl rescatar algunos plan–
teamientos que Hirschman expone en un libro prácticamente ohídado,"
En dicho texto el autor distingue dos efectos del comercio internacional:
el "efecto abastecedor" y el "efecto de influencia" o de "potencia económi–
ca". Para esta última dimensión, comenta que "el comercio puede ser tam–
bién una alternativa a la guerra ... al suministrar un método de coerción
propio en las relaciones entre las naciones soberanas".*' Para que tal situa–
ción se precipite, resulta ideal que el país potencial se vincule comercial-
mente "a los países que no tengan posibilidad para producir por sí mismos
las mercancías que exportan..." Y agrega; "de una nación que siga una
política de potencia económica se puede suponer que exporta bienes indus–
triales" y que "posee una situación monopolistica en sus artículos de ex-
portación dirigiendo el comercio a los países que están relativamente en
condiciones pobres para producir estos artículos и otros similares. En nues
tro caso esto se refiere a los países agrícolas; y el obstaculizar la indus–
trialización o la supresión de las industrias ya existentes es parte impor–
tante de una política que trata de conservar o aumentar la influencia
adquirida en otros países por una nación industrial",**
De acuerdo con Hirschman (su texto fue escrito en 1942), hay un ejem–
plo diríamos paradigmático sobre tales "usos" del comercio exterior; la
Alemania de Hitler. Casi medio siglo después,
mutatis-mutandis, si
obser–
vamos los propósitos y métodos actuales, nos podríamos preguntar: ¿cuál
es la diferencia cutre los propósitos de Hitler y los del
F M I ?
5. El ideario neoliberal, según hemos visto, promueve una inserción
en la economía mundial por la vía de los productos primarios. Esta canas-
la, sabido es, opera con una dinámica de crecimiento que se sitúa muy por
debajo de los ritmos medios con que crece el comercio mundial. Además,
como en el esquema son las exportaciones el único elemento propulsor de
la economía, la conclusión es muy clara; en tal contexto, no cabe esperar
—salvo coyunturas muy particulares— ritmos globales de crecimiento ele–
vados y satisfactorios. Junto a ello, habría que apuntar la no menos cono-
" R, Prebisch, citado por O. Rodrigue»,
La
liaría
det lutdíiertallo
dt la
CEPAL.
Siglo
XXI
Editores, México, 1980,
p,
2B9,
Alt>ert O, Hirtchman,
La potencia
nacional
y la
itlTuctwa
dil comercie
txtiriot.
Editorial Aguilar, Madrid, 1950.
Ibiá..
p.
16.
Ibid.,
pp, 27 y 38.