Para lo que aquí nos Interesa cabe recordar dos ingredientes ckves de di­
cho estilo:
i )
la Industrialización es parcial en el sentido de no cubrir el
decisivo rubro de los bienes de capital;
H)
se aboca casi exclusivamente
a аЬш^гсег el mercado interno y revela una nula vocación exportadora.
Se provoca entonces una aguda desproporcionalidad centrada en la baja
capacidad material de acumulación, lo que se manifiesta en el desequili­
brio extemo y el consiguiente estrangulamíento de ta acumulación y del
crecimiento.*' La crisis de base, por lo tanto, reside en una desproporcío-
nalídad como la indicada
y
no en una tasa de plusvalía insuficiente. Ahora
bien, la resolución de tal desproporcionalidad exige impulsar la sustitución
de importaciones en m&quinas y equipos e impulsar las exportaciones ma­
nufactureras. Esto, a su vez, exige reconversiones tecnológicas que al ele-
var la composición de valor de] capital amenazarían con un desplome de
la tasa de ganancia. Para evitar esto, se necesita ajustar drásticamente
hada arriba la tasa de plu-ívalía. Podemos ver que la secuencia causal es
diferente aunque la resultante sea similar a la vigente en las economfai
más desarrolladas. De aquí también otras similitudes: el contenido social­
mente retrógrado de las políticas estatales y el auge, también en la región,
del ideario monetarista.
Conviene agregar una última observación. Por lo menos en el caso
latinoamericano, la pura elevación de la tasa de plusvalía no asegura la
emergencia de un nuevo auge largo. Esta es una condición necesaria mas
1Ю suficiente. Según veremos más adelante, un requisito complementario
e igualmente decisivo es la consolidación de un
nuevo tipo
de interven–
cionismo o
activismo
estatal. En esta condición se puede ensayar una hipó–
tesis: a
corto plazo,
la doctrina de la subsídiariedad económica del Estado
puede ser funcional en tanto ayuda a desmantelar la estructura del
viejo
intervencionismo estatal (el de la industrialización sustitutiva) y, por
ende,
posibilita
la construcción del nuevo activismo.
Ciertamente, el fmi no hace de la prescindencía un fenómeno circuns–
tancial sino que la predica para el largo plazo. O sea, se trata de una com–
ponente
estructi^al
del patrón de funcionamiento que impulsa. De aquí
la interrogante sobre las consecuencias de esta "prescindencía" estructu–
ral. Según ya hemos señalado, esto nos conduce a la variante "neoliberal"
del patrón secundarlo-exportador. Un análisis pormenorizado de los con–
tenidos y efectos involucrados se desarrolla en los capítulos que siguen.
8. Intentemos un breve balance de lo expuesto:
a )
por su naturaleza,
el capitalismo es un sistema económico esencialmente inestable y sujeto
a oscilaciones cíclicas. En lo básico, tales movimientos vienen gobernados
" Para una argumentación detallada, ver J. G. Valenzuela Feijéo,
El
eapilaliima
míxiteao
en lot оеНепШ,
ж*л,
México, I9B6, cap, iv.
por las fluctuaciones de la tasa de ganancia, que opera como el alfa y
omega del sistema;
h)
hasta aproximadamente la gran crisis de 1929-1933,
la reconstitución de la tasa de ganancia se sustenta fundamentalmente
en la ampliación del ejército
de
reserva industrial;
c)
a parb'r de ia pu.
blicacíón de la
Teoria Cenerai
de Keynes (en 1936) y, especialmente, des­
pués de la Segunda Guerra Mundial, se privilegia el expediente del gasto
público y de una inflación reptante
(creeping inflation).
El ciclo se sua­
viza, mas no se elimina; "
d)
a la larga, tal expediente comienza a tor­
narse disfuncional y engendra lo que Kalecid denominara
" c i c l o
político".
Al clausurarse la fase de auge de la onda larga de posguerra y agotarse
el patrón de acumulación que se le asocia, la operación del mecanismo
keynesiano encuentra dificultades mayores; e) al promediar los setenta,
ya queda claro que el problema no se reduce a una pura reconstitución
cíclica. Se requiere de un cambio estructural, es decir, pasar a un nuevo
patrón de
R c u m u l a c i ó n ,
En estas circunstancias, de exigencias obviamente
mayores, el sistema vuelve sit mirada al pasado
y
se vuelve a apoyar en
el mecanismo clásico
d e l
ejército de reserva industrial. La denominada
"prescindencía eslataf y el resurgimiento monetarista, en fin de cuentas,
no son sino racionalizaciones para justificar tales afanes; /} en América
Latina la trayectoria es diferente pero guarda analogías sugerentes. En
los cuarenta el
n ú c l e o
del problema se centra en la industrialización y su
resorte clave: la sustitución de importaciones. Para ello, el intervencionis­
mo estatal opera como llave de cruz. Es lo que predican Prebisch y sus
huestes
y
llevan a la práctica (si no del todo, al menos en grado impor­
tante) los gobiernos "desenvolvtmentistas" del periodo clásico; g) tal mo­
delo de industrialización, al cabo del tiempo, tiende a agotarse. En lus
setenta (o antes) también en América Latina (en los países del cono sur
y en México) las campanas tocan a difunto y reclaman por la emergencia
de un nuevo patrón de acumulación;
h)
en
e l
nuevo esquema emergente,
)o
m i s m o
que en los países centrales, se plantea una necesidad imperiosa:
redefinir el valor de la fuerza de trabajo y aumentar sustancialmente la
tasa
d e
plusvalía. De igual forma que en el centro, y aun con mayor fuer­
za, el mecanismo inflacionario no resuelve. En el cono sur, ciertamente,
la Inflación dista de ser reptante, y en un cuadro de mercados segmen­
tados de la fuerza de trabajo, ello da cuentas ciunplidas de la fuerza
politica alcanzada por las capas medias modernas y los obreros industria­
les. Por lo mismo, la redefinición —hada abajo— del valor de la fuerza
" Para el caio, no debe olvidarse el peso que —en U ípoca— adquieren el campo
tocialísla (sin paro) y lo» movimientos de liljeración nacional. En este marco el ph>íe-
dimiento ortodoxo de recurrir a la deíocupación masiva resultaba politicamente muy
peligroso. Keynes, con lu habitual clarividencia, fue muy claro al rtipecio.
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