Mauricio Bravo Correa
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gobernador obtiene su primera prueba. Jacinto Yañez no sabía
leer ni escribir,
Lo ayudaba su esposa, porque ella pudo estudiar la primaria.
El gobernador le pide al cónsul en San Francisco que investigue el
caso y que ponga atención en las firmas del contrato y en la prue-
ba; mientras tanto visita al abogado Gómez, encargado de trami-
tar las escrituras de la hacienda; en la entrevista lo confronta a la
vez que le explica sus deducciones: Yañez era analfabeto, había
desaparecido, no hay testigos presenciales, no aparece Abner, no
informó de la venta a sus familiares, no pudo aprender a escribir y
a leer en poco tiempo, nunca quiso vender y estaba convencido
de la vida comunitaria. El abogado se sorprende y promete ayudar
en el caso.
El personal del consulado investiga en las oficinas de la petro-
lera, pero comprueba la legalidad de los papeles y la desaparición
de Abner. Aunque logran entrevistar a un vendedor de artesanía
que vio a Yañez antes de su desaparición y encuentran un cádaver
de una persona que corresponde un poco a la descripción del ha-
cendado, pero está desfigurado y no pueden identificarlo oficial-
mente. Entonces, con las pistas obtenidas y las deducciones acer-
tadas, el lector espera el final de la novela, donde el gobernador
descubre al asesino, demanda a Collins por autor intelectual y res-
tituye la propiedad a los familiares. Lo cual no sucede.
B. Traven deja a un lado la conclusión del aparato policiaco y
finaliza la historia con la resignación. Ante la fatalidad, los pobla-
dores y los familiares de “La rosa blanca” entregan la propiedad,
reciben una indemnización y poco a poco son contratados para
trabajar en los pozos petroleros. El hijo mayor de Yañez acaba de
tener un hijo, se postula para trabajar de operador de maquinaria
y chofer de camión, con tan buena suerte que tiene un buen suel-
do, una casa con patio, calza zapatos industriales, compra sus ali-
mentos en tiendas y su hijo podrá cursar la escuela en la ciudad.
Es decir, él y los ex-trabajadores de la hacienda obtendrán los be-
neficios del capitalismo, a pesar de haber defendido los ideales de
su patrón. Sorprendentemente, Traven trata de convencernos de las
bondades del trabajo asalariado, proporcionado por una compa-
ñía que calificó al principio de la novela como ambiciosa y narró
cómo sus ejecutivos planearon apoderarse de una propiedad por
medio de un asesinato cometido en los Estados Unidos. Resulta
que nos muestra una situación irreal de las compañías petroleras,
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