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Tema y variaciones de literatura 44
mezcla caracteres del texto epistolar, del onírico, del de viajes y del
utópico, incorporando elementos técnico-científicos, como ya antes
lo había hecho Manuel Antonio de Rivas, en
Syzigias y quadraturas
lunares...
En efecto, “El soñador” inicia como una carta dirigida al
editor del
Diario de México
, para informarle a éste y a los lectores
sobre dos sueños protagonizados por él. Antes de referir los porme-
nores, se anticipa una conclusión sobre las capacidades humanas,
en la cual puede advertirse el combate entre la razón y la fanta­
sía, que por esos años sostenían los defensores del pensamiento
ilustrado y los de las ideas de la naciente burguesía mexicana,
manteniendo el autor de la epístola una postura de respeto por
ambas partes del conflicto, como lo prueba su valoración de la
lógica singular y extravagante de los sueños: “¡lo que puede la
fantasía exaltada y sin el freno de la razón que la contenga!”
66
Después se refiere el primer sueño, cuyo contenido es una prédica
dirigida a “un concurso lucidísimo de arzobispos, obispos y otras
muchas personas literatas e ilustradas”,
67
cuyos detalles precisos
no brinda el escribiente pues, ya despierto, los olvida. Sí recuerda,
a cambio, su autocrítica y la crítica a los poetas de su tiempo: “Yo
he compuesto, en sueños, diferentes sermones, discursos oratorios
y rasgos poéticos, no habiéndome tocado, en suerte, ni una gota,
no digo de la fuente Elicona, sino de los charcos cenagosos en que
se revuelcan los poetastros arrastrados, careciendo de todos los
dotes que requiere la oratoria”.
68
Mas esto último, no le ayuda
en la reconstrucción del “sermón infinitamente superior a lo que
podría hacer bien despierto”,
69
por el que había recibido “enhora-
buenas en la sacristía”,
70
cayendo en un leve estado de frustración:
“Y cuánto sentí no haberme levantado a escribirlo a mediano-
che”.
71
Pese a ello, la imagen general del sueño permanece en su
memoria y lo lleva a interrogarse “sobre la fuerza de la fantasía”,
72
inquietud alimentada por un segundo sueño, éste sí fielmente im-
preso en su conciencia, por lo cual alcanza a escribirlo y mandarlo
al editor del
Diario de México
, para su edición, cuyo fin central es
66 
Anónimo, “El soñador”, en
Diario de México
, t.
I
, núm. 20, p. 79.
67 
Loc. cit.
68 
Loc. cit.
69 
Loc. cit.
70 
Loc. cit.
71 
Loc. cit.
72 
Anónimo, “Sigue el soñador”, en
Diario de México
, t.
I
, núm. 21, p. 82.
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