Tema_y_variaciones_44_completa - page 185

Fernando Martínez Ramírez
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invasor y el nuestro —es decir, el real— no parece escandalosa, in-
cluso resulta tersa. El narrador describe sucesos estrambóticos casi
con familiaridad. De este modo busca normalizar lo inconcebible:
que un pequeño renacuajo o anfibio —como él lo llama— salga
por un grifo y vaya transformando poco a poco su condición acuo-
sa hasta humanizarse. Dos mundos se superponen y se observan.
El efecto fantástico no viene solo, sino acompañado de otro, diga-
mos alegórico, que nos permite mirarnos desde el extrañamiento,
hacer un poco de filosofía. ¿Qué expulsa el grifo, es decir, el cuen-
to sobre el mico? Tal vez sea una forma de metaforizar el quehacer
literario como un alumbramiento, un embarazo más o menos do-
loroso con un parto probablemente feliz, que corre el riesgo de
alumbrar un engendro, una insignificancia. Tal vez sea una metá-
fora del aislamiento en que vivimos.
Según el mismo Caillois, lo fantástico se malogra cuando se
acude a determinados subterfugios, como es la coartada de lo so-
brenatural explicado, pues convierte todo en una broma. También
decepciona reducirlo a un sueño, a una alucinación o a un delirio.
La posición del narrador debe ser la ambigüedad. Lo fantástico
puede perderse por exceso de prodigios o de parábolas.
2
En el
caso de “El mico”, la cesura fantástica conserva su ambigüedad,
aunque no sin dificultad: el efecto se corrompe porque apuesta
por la parábola. Por momentos, parece una mera ocurrencia, un
juego imaginativo donde el espanto no tiene cabida y el universo
cotidiano acepta con espontaneidad la irrupción estrafalaria de se-
res grotescos.
En el caso de otro cuento, “Un huerto frente al mar”, en una
botella ha llegado la carta de un padre ahogado. Este elemento
irrumpe en el mundo cotidiano y se transforma en símbolo del
naufragio que es la vida. La ambigüedad descansa en la construc-
ción de una atmósfera marina deletérea. Sin embargo, la historia
termina de manera inesperada, sin que el final haya sido suficien-
temente construido. El efecto fantástico parece lo de menos: el
mundo otro no resulta amenazador, incluso es esperado. La histo-
ria, más que fantástica, es alegórica, una metáfora de las formas
de existencia masculina y femenina: la mujer es ctónica, real, ig-
norante; el hombre es marítimo, viajero, irreal, soñador y podero-
so. La existencia de ella es ilusoria, la de él es tránsfuga. Una pará-
2 
Ibid
., p. 21.
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