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¿DISEÑAR CON FRACTALES? ¡VAYA UN ABSURDO!
ignorancia, después de sólo un par de instrucciones, uno se atreve a explorar y aprender (even–
tualmente) el oficio de diseñador de paisajes fractales.
En todo caso, la inversión en tiempo, energía y recursos es mucho menor que la exigida por pro–
gramas tales como el Photoshop, Ilustrador, InDesign o Flash. Además, a medida que mejoran
las versiones, los programas de paisajes fractales tenderán a ser cada vez más atractivos y fáci–
les de aprender y dominar.
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Arriesgándonos a provocar a los neoluditas del diseño, podemos
añadir que, hablando de paisajes, el paisaje fractal es un hito en la historia, tal como lo fue el de
la invención de la fotografía hace poco más de siglo y medio, y el de la invención de la imagen
hace más de 70 mil años.
Dibujar es una forma de conocimiento
El paisaje fractal es un lápiz sabio
La fotografía solamente ve
y
la mano miente, pero el fractal promete hacer visible
el
saber.
La
amigabilidad de los programas de paisajes fractales enmascara el hecho contundente de que, por
debajo de esa aparente simplicidad se encuentran conocimientos científicos, tecnológicos y ar–
tísticos de nuevo cuño, imposibles de reunir en una sola persona. Por ejemplo, alguien tuvo que
lanzar la idea de fractalidad en las matemáticas, alguien más tuvo que idear cómo representar esas
ecuaciones en una computadora, otro especialista tuvo que depurar el proceso y hacer programas
informáticos específicos, algún fotógrafo tuvo que aportar sus conocimientos sobre iluminación,
otro sobre la refracción y reflexión del agua, otros sobre la formación de las nubes, otros más
optimizaron
(y
siguen haciéndolo) esos programas desde muy diferentes especialidades. Aunque
a algunos les parezca un programa maduro, el problema apenas empieza, ya que hace falta la par–
ticipación interdisciplinaria de más especialistas para hacer que - más allá de simular un paisaje
con características puramente visuales- se incorporen conocimientos de geología, geomorfolo–
gía, botánica, climatología, etcétera, y lograr así que cada imagen sea un concentrado de todos los
conocimientos científicos
y
artísticos acumulados sobre el tema del paisaje natural.
Por el momento, sin embargo, a pesar del extraordinario realismo alcanzado por los progra–
mas de paisajes fractales, realismo que hace dudar a cualquiera sobre si se trata de una fotografía
o de una imagen generada por computadora a partir de una simple ecuación, la simulación
completa del paisaje dista mucho de quedar resuelta ya que, entre otras cosas, todavía no están
incorporados algoritmos que tomen en cuenta el problema de -por ejemplo- la erosión, o de
otros temas geológicos o botánicos. Así, el reproche mencionado más arriba (véase la nota 177,
p. 59) acerca de que los paisajes fractales son incapaces de considerar estos y otros problemas
geológicos y climáticos, y que funcionan más como herramientas para el artista que para el in–
vestigador, seguirá siendo válido en tanto no se resuelvan estas cuestiones pendientes. Mientras
tanto, podemos confiar en que las insuficiencias actuales de estos programas siempre podrán
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Véase los concursos, tutoriales, galerias, foros
y
grupos de discusión existentes en los sitios de Internet que ofrecen progra–
mas de distribución gratuita, en particular, los del
Terragen:
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