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¿DISEÑAR CON FRACTALES? ¡VAYA UN ABSURDO!
paraíso del diseño. Independientemente de sus ventajas o desventajas constructivas, económi–
cas, laborales, etcétera, por lo que sabemos, los malos, incompletos, o sumamente simplificados
modelos de la realidad nos han llevado por pistas falsas, por callejones sin salida, por bloqueos
creativos y epistemológicos. Por ejemplo, el largo período de la astronomía ptolemáica predicó
que el mundo era simple y se describía mediante leyes simples, identificó estas leyes simples
con el movimiento circular y uniforme (de las estrellas), pero inventó arbitrariamente círculos
menores para explicar el movimiento rebelde de los planetas (epiciclos
ad hoc).
El
dogma del
movimiento circular y uniforme bloqueó durante dos milenios la introducción de un modelo
mejor pero inadmisible para esa época: el movimiento elíptico propuesto por Kepler.
La geometría euclidiana (con la que aprendimos a imaginar con calzador) nos facilitó la
concepción de objetos simples (llamados geométricos) pero, paralelamente, nos bloqueó la po–
sibilidad de imaginar los objetos complejos (llamados
orgánicos
o simplemente desordenados).
Si bien esta geometría nos facilitó la concepción de los estilos clásicos, y nos dificultó la de los
estilos complejos (o barrocos), nos bloqueó la imaginación para intentar ir más allá, para explo–
rar el territorio de las formas no euclidianas (no necesariamente construidas con rectas, círculos
y cuerpos simples) e, incluso, para aventurarnos en el campo de lo ultrabarroco. La teoría de
la proporción perfecta nos obsesionó a tal grado que inventamos lugares donde teníamos que
ir a desenterrarla: los templos de la Antiguedad griega y romana (v.
supra: Prix de Rome);
este
esfuerzo infructuoso desencaminó los intentos para crear por nosotros mismos un sistema de
proporciones menos fantasioso pero más adecuado a las circunstancias sociales, económicas,
constructivas y culturales de la época. Pistas falsas como ésta bloquearon sistemáticamente la
posibilidad de proponer hipótesis y construir teorías más acordes con la realidad.
Por otro lado, es cierto que la geometría euclidiana ya había asociado los números con las
formas simples de un universo idealizado, pero unir las formas complejas del mundo con los
números, a la manera en que lo hacen el caos y los fractales, representa un nuevo paradigma y
un severo rompimiento con los modos de ver las cosas en el pasado. Entre otros ilustres pro–
tagonistas de esta historia, Julia, Fatou, Hubbard, Barnsley, y Mandelbrot, cambiaron las reglas
acerca de cómo leer y cómo escribir las formas complejas. Se pasó así de la interpretación des–
deñosa de las formas complejas malinterpretadas como el azar, lo erróneo, lo no sujeto a ley, a
interpretarlas como el fruto sutil de un orden más profundo, como la "ley que rige los destinos
del cosmos':
De hecho, las ecuaciones que hoy intentan explicar el estado de orden del mundo, ya no se
resuelven a la manera de una descripción estática, como lo hicieron las ecuaciones diferenciales
que nacieron en la época de Leibniz y de Newton, por el contrario, ahora se ven como procesos
dinámicos que se iteran a la manera de sus modelos naturales.2
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Nos incorporamos así, a una
geometría que deja de ser el remanso de las formas pasivas, inactivas, inertes, para convertirse
en el umbral de una geometría que busca revelar la naturaleza de los sistemas dinámicos reales:
físicos, químicos, psicológicos, sociales, etcétera. Una geometría que intenta decirnos visual–
mente algo acerca de los procesos que está representando. El caos estructurado de la naturaleza
construye las formas de lo visible, diseña y construye las formas de los objetos a los cuales somos
209
ej,
James Gleick,
op.
cit.,
pp.
226 Y227.
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