Con lo anterior es más que palpable que el asunto no solamente toca lo estrictamente religiosos, si no
que lo económico, poHtico y cultural se trastoca, incluso el mencionado pastor ser"laJa que "intentamos
ser una fuerza social participativa. Queremos también nuestro propio partido polftico. En este sentido
somos un gigante dormido a punto de despertar".
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Es as! como amparados en un cargo religiosos los sacerdotes
y
pastores aparecen como "portadores
de la verdadera fe"
y
el mundo espiritual permanentemente es permeado
y
definido por el mundo
material. La disputa de las conciencias se toma cada vez un punto de controversias y mutuas
acusaciones, o lo que Monsiváis llama, "lucha por las almas". Fundamentalmente en las comunidades
indlgenas los conversos al protestantismo han tenido que soportar toda clase de presiones,
expulsiones, despojo y agresiones fisicas de parte de otros indfgenas e incluso de sus propias
autoridades, con el seudoargumento de que se atenta contra sus tradiciones socioreligiosas al ejercer
un credo distinto al católico.
Las tradiciones socioreligiosas tienden a ser maximizadas si observamos las posiciones Juan
Sandoval Ir"liguez, Osear Salinas
y
el propio Samuel Ruiz, en donde profesar otra religión diferente a la
católica aparece como un · pecado" además de considerar al indlgena tzotzil Chamula como un enano
mental que dificilmente puede optar por otra religión.
Según estos partidarios de la teoria de la conspiración .. los indios son fécilmente manipulables
y
necesitan ser protegidos de los "lobos ideológicos· que hacen presa inerte de sus garras. La
seudoexplicación es profundamente racista
y
paternalista porque considera a los ¡ndigertas
incapaces de elaborar y reelaborar su referencial de identidad religiosa. Además, los defensores
de las tradiciones indígenas como los de chamulas católicos, anteponen la salvaguarda de
costumbres corporativas a la vigencia de los derechos humanos, el de libertad de credo entre
otras.
197
Por ello seguir anteponiendo el motivo religioso al conflicto chamula, es continuar con la subordinación
de las convicciones espirituales a las motivaciones potrticas
y
económicas. En este sentido llama la
atención el hecho de que ninguna
~ONG"
se preocupe por denunciar
y
defender este tipo de
expulsiones, tal vez porque no reditúa políticamente nada.
'"'bId ,
p.
9
'" Martínez G. e .. "¿Enfrentamiento o agresión?".
La Jornada,
23 de diCIembre de 1995, p. 14.
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