No hay una simple coexistencia entre ambas, que facilitaría probablemente el intercambio cultural
reciproco y podrla culminar en su unificación, tal como lo proclama la ideologla oficial. Lo Que hay es
una relación asimétrica, de dominación y subordinación en la Que no se concede a sectores de cultura
india (en México por lo menos 56 etnias, dueñas originales de las tierras Que habitamos) ningún
derecho a conservar y desarrollar su propio proyecto, si tal ocurre, es sólo por la resistencia y lucha de
esos grupos.
Bonfil
(op. cit.)
señala en el panorama del mundo tendencias mundiales en las que se destacan dos
movimientos aparentemente en contradicción: por un lado, la reafirmación de esas unidades históricas
que llamamos pueblos, cuya macroidentidad pretendía negar, o al menos restar importancia
y
significación, a las identidades de las diversas etnias que componían la sociedad nacional. Un
argumento era que el orden económico
y
político vigente para todos borraría en el corto plazo las
diferencias culturales, al avanzar hacia una mayor igualdad social. En el fondo de este discurso yacía
la convicción de que había una historia única, lo que equivale a decir una cultura única; si no todos los
pueblos la hablan alcanzado, se debia a retrasos evolutivos que se subsanarían de aquí en adelante.
Se tenia la idea de que la unificación cultural a escala universal era inexorable y además, deseable
un valor absoluto que no requiere justificación alguna.
El segundo gran movimiento señalado por 80nfil, es la ya referida globalización. Con la globalización
de las comunicaciones, de los mercados, de los capitales, de la tecnol09la. También aquí la
importancia de las naciones se presenta disminuida. las decisiones que cuentan se toman en otra
esfera, en la que pesan más los intereses trasnacionales.
Estos dos grandes movimientos culturales. continúa el antropólogo mexicano:
Son a primera vista opuestos y mutuamente excluyentes: uno afirma ta particularidad. la condición
unica de cada cultura, en tanto que el otro. impulsa la glabalización y la inlegración universal. No
se trata ahora. como en otros momentos de nuestra historia, de optar entre cultura nacional o
cultura universal. Se trala en cambio, de reconocer la existencia de una multitud de culturas
concretas, forjadas por historias particulares, que presentan una diversidad entre si
y
que
reclaman legitimidad y su derecho a futuro propio, y de reconocer, al mismo tiempo. la existencia
de una trama mundial de intereses y fuerzas que entra n en contacto con todos los pueblos y
vinculan sus culfuras No es cuestión de optar entre una realidad u otra: ambas son y estan
actuando (p. 15).
Por tanto, es importante el analizar ambos procesos, para comprender dichos intereses y fuerzas a
escala mundial, y entender mejor el desarrollo cultural de nuestro pafs.
72