La masa construida y las formas de uso primarias inciden en las
estructuras de acción e interacción y en la práctica social de uso y apro–
piación del espacio (Uipple, 1991 :196). Según Dieter Uipple, la ex–
presión correspondiente de esta práctica está estructurada por las
relaciones de clase y de poder locales y marcada por tradiciones
también locales
(ibid.)."
En este punto, debemos ver la ap,opiación
del espacio y la práctica social no sin antes establecer una diferencia–
ción entre el espacio público y el privado. Sobre todo el intenso
comercio ambulante en la parte este del centro pone su sello en la
imagen de las calles
(ef
capítulo
n,
5). Sólo hay unas pocas vidrieras
y escaparates; la mayor parte de las veces, las mercancías se encuen–
tran apiladas en los armarios detrás de anchos mostradores y son
mostradas al cliente sólo si éste lo solicita. La venta ambulante tiene
lugar en las aceras o en el espacio entre la calle y el patio interior de
las viviendas. Las entradas de las vecindades permanecen abiertas a
la calle, a menudo hay en los patios pequeños talleres, comercios,
bodegas y puestos de comida corrida. Los límites entre el espacio
privado y el público no están delimitados por portones cerrados, los
patios interiores forman parte del espacio público. Miguel Ángel
Aguilar plantea que precisamente a través del ambulantaje se forma
17
Los
aCLOres sociales que ejercen influencia en
el
centro,
pueden dividirse
en
tres grupos: de una parte está la población residente, perteneciente a las clases de
menores ingresos.
La
mayor parte de los actores la forman los usuarios que viajan
al
centro con determinados fines (población flotante o visitante)
y
que por regla gene–
ral
provienen de las clases bajas o medias bajas. Diariamente el centro es utilizado por
tres millones de personas que allí trabajan, hacen compras o recurren a determinados
servicios (Revah Lecoutre, 1992:91). Y finalmente están los propietarios de bienes
raíces
y
los representantes de instituciones, que pueden ser considerados como
pertenecientes a la clase media alta y que por sus negocios ejercen una influencia en
el centro, aunque no estén realmente presentes en el espacio. Se puede comprobar
que en ambos sectores del Centro Histórico los actores se diferencian claramente en
relación con su clase social y su pertenencia étnica. En el sector occidental hay
muchos más mexicanos blancos, personas de ascendencia europea, que por lo gene–
ral
ocupan las posiciones económicas más altas. En la imagen
de
las calles del sector
oriental predominan más bien las personas
de
grupos mestizos o indígenas. En el
este hay desde los últimos años cada vez más lugares como museos o restaurantes
que cumplen una función de isla y que son utilizados por miembros de las clases
altas sólo en caso de eventos culturales específicos.
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