una relación entre el espacio público y el privado que incide también
en la práctica social (Aguilar, s/ f:9). Las vecindades, con sus patios
interiores abiertos en los cuales se trabaja, se vende, se come, sejuega
y chismorrea, modelan y reproducen la vida cotidiana del barrio en
ese espacio semipúblico (Mantecón, 1995:7). Por un lado, el espacio
privado de la casa se abre al espacio semipúblico del patio interior
como una necesaria prolongación de las estrechas viviendas.
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Por otra
parte, el patio semipúblico, a través de las actividades económicas que
en él se realizan, está estrechamente ligado con la esfera pública urba–
na de la calle. La identidad de los habitantes de estos barrios está mar–
cada en gran medida por la vida en ellos.
En el oeste del Centro Histórico, por el contrario, donde los ne–
gocios de renombre exhiben sus mercanCÍas en grandes escapara–
tes, existe un límite definido entre el interior y el exterior (Aguilar,
s/ f:7 ). AquÍ, las pocas viviendas privadas que todavía existen están
separadas de la calle por grandes portones y vestíbulos. Llaman la
atención los muchos agentes de seguridad que vigilan las entradas
de los comercios y el espacio público; algunos ambulantes son tole–
rados a corto plazo, si bien se vela rigurosamente porque las vías de
tránsito para autos y peatones se mantengan siempre limpias y des–
pejadas. En el sector occidental del centro, a diferencia del oriental,
puede hablarse de una sólida polarización de la práctica cotidiana
dividida en ámbitos privados y públicos. Esta polarización es identi–
fi cada hoy como un aspecto central en el desarrollo contemporáneo
18
A
partir
de la dimensión espacial que él denomina "referente local de interac–
ción
y
acciones sociales", Malle Friedrichs analiza la disponibilidad de lugares tam–
bién en relación con "el despliegue de formas de vida individuales
y
colectivas"
y
señala que mientras más restringida sea la posibilidad de uso de los lugares, más
estrechos son los terrenos de acción de las personas (Friedrichs, 1999:276). En rela–
ción dircCl3 con su estudio sobre las dimensiones espaciales de la pobreza, esta tesis
debe ser leída también de una manera crítica.
La
disponibilidad no tiene nada que
ver en este sentido con dimensiones físicas o con equipamiemo material.
La
diferen–
ciación o la disponibilidad ha de ser inves tigada en Olros niveles, como lo evidencia
una comparación entre el espacio muy estrecho pero
semipúblico
del patio interior
mexicano, a su vez utilizado de manera multifacética con fines económicos, creativos
y
sociales, y el inme nso espacio público de la Plaza de Potsdam, por ejemplo, el cual
está restringido por mecanismos de control social
y
económico.
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