tema economico, sino también en su sistema social у politico. Este
acontecimiento, muchas veces brutal, estuvo precedido por un fe
nómeno de activación política general que algunos sectores de la
sociedad consideraron una amenaza seria para el orden social y
para el funcionamiento y la acumulación eficiente dentro del siste–
ma capitalista.
Los sectores que se sintieron amenazados fueron, en primer lu-
gai, los estratos propietarios correspondientes al anterior modelo
primario exportador; es decir, los empresarios de más antigua tra–
dición, tanto nacionales como extranjeros, quienes miraron con
cierta desconfianza el ascenso de nuevas clases propietarias impues–
to por el modelo económico de industrialización sustitutiva. Se
trata de las viejas clases agrarias y mineras que extendieron su do–
minio en algunos casos a actividades comerciales, industriales y
financieras y que son portadoras naturales de la ideología liberal.
Por otra parte, concurre también un nuevo grupo social que puede
llamarse la "tecnocracia", que se formó a partir de los años cin–
cuenta, en instituciones privadas de investigación y en organismos
patrocinados por empresas nacionales y extranjeras.
Durante los diversos experimentos políticos de los regímenes
democráticos anteriores a los golpes que habrían de instaurar el
nuevo liberalismo, "se habían puesto en práctica políticas econó–
micas y sociales de inspiración populista, desarrollista, cepalina y
keynesiana [...] Esas políticas tuvieron el común denominador de
colocar al conjunto de la industria como sector dinámico de la
acumulación, continuar expandiendo el aparato estatal y buscar
sostener el nivel de consumo del sector popular, así como, más en
general, privilegiar el crecimiento de un mercado interno fuerte–
mente protegido".^'
La burguesía, y la nueva tecnocracia, fueron los voceros del fra–
caso económico que había de ocurrir. Cuando se desató la crisis
económica (de distinto grado de seriedad en cada caso), "ambas
derechas confluyeron sobre las fuerzas armadas, no sólo para re–
cordarles cuántas veces habían pronosticado esos males, sino tam–
bién para argumentar que tenían en sus manos la receta para extir–
parlos. No fue a pesar de, sino gracias a que esa receta implicaba
cambios radicales, que ella se impuso en los gobiernos resultantes
de la reacción de los más conservadores instintos de una sociedad.
Luego de tantos años a la defensiva —de estar clamando al cielo (y
a las fuerzas armadas, con las que por ésta y otras vías fueron esta–
bleciendo importantes vínculos)—, esos civiles económicamente li-
beralM dejaron claro que, finalmente, su tumo había llegado con
el duro autoritarismo que esos golpes implantaron".^^
De esta forma
sf*
estableció en estos países una alianza entre los
militares, la burguesía tradicional poseedora del gran capital y la
tecnocracia, a la que se agregó la influencia de los sectores finan–
cieros internacionales y las grandes empresas transnacionales. Esto
es, la conjunción de la mano invisible del libre mercado y la mano
militar del totalitarismo para establecer un
régimen neoliberal au–
toritario.
DE
LA IDEOLOGIA DE "CAPITALISMO Y L I BERTAD"
A
LA PRAXIS
DEL
NEOLIBERALISMO AUTORITARIO
La contrarrevolución monetarista se presenta en América Latina
como un simple programa económico de control monetario y estí–
mulo al Ubre mercado. Sin embargo, es todo un programa político,
que a su vez configura el programa ideológico de! neoliberalismo.
En este sentido el neoliberalismo económico que pregona la
corriente monetarista se considera como una condición de la li–
bertad política (liberalismo político). Pero la historia y la experien–
cia reciente de América Latina es muy clara. El liberalismo econó–
mico, lejos de promover un liberalismo político, genera y requiere
para su instrumentación un totalitarismo político que da lugar
a un nuevo modelo:
EL NEOLIBERALISMO
AUTORITARIO.
Milton Friedman, ideólogo y vocero principal de esta corriente
neoliberal, ha señalado en numerosas ocasiones que:
"La libertad económica es un requisito esencial de la libertad
política. Al permitir que las personas cooperen entre sí la
coacción de un centro decisorio, la libertad económica reduce
el área sobre la que se ejerce el poder político.
'Además, al descentralizar el poder económico, el sistema
de mercado compensa cualquier concentración de poder po–
lítico que pudiera producirse.^^
"La gran ventaja del mercado es que [. . .] es, en términos
políticos, un sistema de representación proporcional
[...]Al
hacer que la autoridad política pierda el control de la activi–
dad económica, el mercado elimina esta fuente de poder coer–
citivo. Hace que la fuerza económica actúe de contención del
poder político, y no de refuerzo.
Sin embargo, en lo que concierne a los países latinoamericanos
este modelo neoliberal no sólo no ha podido encajar sino que re-