COS.
Pero salvo la primera, q u e es en realidad la precoudición de las restantes - e n
cuanto t o m a d e partido frente a las tendencias del desarrollo histórico-, las otras
tres se p r e s u p o n e n mutuamente.
a)
La autocrítica radical del pasado.
Esta cuestión es una eugeocia d e c o m –
prensión histórica y teórica para poder rectificar
cl
r u m b o ; pero también, u n a res–
puesta política insoslayable a l a ofensiva capitalista contra
el
conjunto d e l socialis–
mo y el m a r x i s m o , que pretende idenLÍTicarlos con su deformación estatista y
totalitaria. L o s ideólogos del capitalismo están haciendo esa crítica, y n o la hacen
mal. T i e n e n gran eco, se apoyan e n valores y tradiciones culturales de la época y
están f o r m a n d o escuela. Si
los
marxistas n o l o hacen mejor,
el
suyo será el
juicio
de la historia.
L a crítica marxista debe partir
de
la concepción del socialismo que l o concibe
como un sistema social superior al capitalismo, n o sólo en términos de justicia s o –
cial, sino también de eficiencia y racionalidad económicas (capacidad de desarro–
llar más plena y equilibradamente las fuerzas productivas), de organización políti–
ca (mayor democracia y p a r t i a p a c i ó n social) y de desarrollo cultural. D e b e
explicar las razones históricas e ideológicas q u e condujeron al aborto histórico r e –
sultante, viendo en él una modalidad primitiva y espuria d e socialismo, p r o d u c t o
de u n esfuerzo voluntarista p o r intentar construir una sociedad más justa q u e la
capitalista, e n una época y lugar histórico donde aún n o existían condiciones eco–
nómicas y culturales para construir una verdadera sociedad socialista. T a l c r i t i c i ,
para ser consecuente, deberá atacar los fundamentos ideológicos y morales m i s
profundos d e l socialismo de Estado, c o m o el burocratismo, el autoritarismo,
el
v o –
luntarismo, el paternalismo demagógico o el ideologismo, traduciéndose e o la
búsqueda d e nuevos principios prácticos y distintos modos de abordar y controlar
socialmente fenómenos como los mencionados.
b)
El desarrollo y la actualización
de la teoría.
Esle aspecto d e la reconstitu–
ción, debe partir d e l reconocimiento d e q u eel marxismo n o es un modelo ideal a
aplicarse deductivamente a la realidad social, sino un cuerpo vivo de pensamiento
en desarrollo y permanente confrontación c o n los hechos, sujeto él mismo a los
avalares d e la historia, que incluye una concepción del mundo, un método de i n –
terpretación histórica y u n conjunto de teorías
e
hipótesis sobre la realidad social
sujetas a c o m p r o b a c i ó n , adecuación y rectificación. Desde esta asunción, debe
tratar de retomar los aspectos más sólidos d e sus propuestas fundacionales y clási–
cas, en si mismas, en c o n f r o o t a d ó n con ia historia anterior y los acontecimientos
actuales, c o n cl escolasticismo "marxista-leninista" y c o n las corrientes y aporta-
dones más importantes del pensamiento no-marx¡sta. Para ello deberá abordar
necesariamente sus insuficiencias comprobadas (vados, esbozos n o precisados,
errores o ilusiones), incorporar las múltiples aportadones d d pensamiento no-mar-
xista y desarrollar el conjunto d e la teoría para adecuarla a b s necesidades de
com–
prensión d e la actual realidad social y c! impulso a las luchas porsu transformación.
Esta gran tarea deberá abarcar al conjunto d e las ciencias y disdplinas histó-
rico-socíaJes. Pero deberá otorgar una
importancia particular
a las esferas de co–
nocimiento más afectadas p o r la crisis ( c o m o la teoría d e l socialismo) o p o r los i n –
tentos d e convertir al marxismo en ideología d e E s t a d o .
L a teoría d e l sodalismo debe ser reclaborada totalmente sobre u n abase his<-
^óríco-mateñalista. A diferencia d e l o que sucedía e n la época d e M a r x - e n l aq u e
el s o d a l i s m o era poco más q u e i m sueño-, existe h o y u n a amplísima experiencia
histórica d e intentos por desarrollar relaciones sodalistas tanto a nivel político-es–
tatal, c o m o d e organización autogestionaria, cooperativa o c o m u n a l , o d e m ú l t i –
ples formas d e organización d e la solidaridad s o d a i . A p o y a d a e n cl análisis d e es–
tas variadísimas experiencias, d e sus éxitos y fracasos, y d e sus condicionamientos
históricos y culturales, debe hacerse u n gran esfuerzo para precisar, d e p u r a r y c o –
rregir las hipótesis fundadonales, eliminando d e las mismas los elementos u t ó p i –
co-román ticos, especulativos y voltmtaristas, para sustituirlos рюг planteamientos
precisos factibles de traducirse en prácticas sociales operativas. 1.a experiencia
histórica y el trabajo crítico y teórico acumulado, p e r m i t e n abordar c o n c r e t a m e n –
te las cuestiones m á s cruciales d e l socialismo d e hoy. E n t r e ellas, existen algunas
parti cui arme ote importantes, c o m o la vinculación precisa entre plan, m e r c a d o y
a u t o g e s t i ó n ; ^ entre propiedad pública y gestión social; entre c l i m i n a d ó n d e ex–
plotación de clase y de otras formas de opresión n o clasistas c o m o la de género;
entre los diferentes niveles d e desarrollo e c o n ó m i c o y posibilidad (y m o d a l i d a d )
del socialismo; entre cantidad y calidad-eficicnda d e trabajo en la d e t e r m i n a c i ó n
del principio socialista d e trabajo equivalente; entre trabajo especializado d e a d –
ministración y gestión (burocrática) y control social sobre los funcionarios y las re–
laciones d e poder; entre democracia representativa y directa d e n t r o d e una nueva
c o n c e p d ó n de democracia sodalista.
D e n t r o d e esta perspectiva, el elemento u t ó p i c o c o m ú n a todas las formas a n –
teriores d e ideal socialista (las aspiraciones d e j u s t i d a y libertad) debe sustituir
c o m o u n sustrato ético q u e también requiere ser m o d e r n i z a d o y enriquecido p o r
la m c o r p o r a c i ó n d e nuevas valoraciones, c o m o la de una nueva idea d e progreso
- q u e contemple el ingrediente ecológico o el d e calidad d e v i d a - , o el d e u n a nue–
va cultura solidaria y socialmente responsable.^
^ Paia cl socialismo de Estado en todas suiexpresiones, cl socialismo es la supresión del mercado
por el plan cenital, Pero para el socialismo aulogeslionario y democrático, es la supresión del mando
despótico del capital sobre cl Irabajo por medio de la gcsiión social. Dentro de esta lÜItima perspccli.
va, la supresión de la propiedad y la gestión capitalista puede coexistir durante un periodo histórico
con la subsistencia de modalidades reguladas de ¡niertambio mercantil, lanío por razones de conve–
niencia económica general, como porque la eulogestión empresarial requiere la autonomía de las em–
presas frcnle al Eslado (yaque es prácticamente imposible o carece de significación si las decisiones
de producción son dadas por el plan central). Es por ello que todos los intentos porestablecer la auto–
gestión al interior del socialismo rtal (yugoslavo, polaco de I9S&-S7, checoslovaco de 196T-6Ü. inicial
de Solidaridad) fueron parle de proyectos descent ral izado res y libcralizadores, mientras que la impo–
sición de la planificación central coincidió siempre con la liquidación de lodas las formas de coopera–
ción voluntaria, organización autónoma o gcsiión obrera. A l respecto véase mi trabajo "Proletario*,
intelectuales y déspotas",
Ttoriay FaUùca,
núm. 4, México, abril-junio de 1981,
^ U n a de lasprincipales conclusiones de J. Komai en su análisis cn'lico de laseconomías socialis–
tas de Europa Oriental, esque los intentos imprescindibles por establecer eficiencia, miraban en con-