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Tema y variaciones de literatura 44
El tema de la culpa está presente tanto en la familia Hordoñez
como en la de Crescencio Montes. El gobernador de Zacatecas
debe proteger de la persecución a los Hordoñez, culpables, am-
bos, de colgar los hábitos, de haber roto los votos de castidad. El
hijo de aquélla, sin nombre en la novela, es educado para la vida
religiosa; el segundo tiene éxito en su tienda. Uno dilapida la for-
tuna familiar, es decir, le da el sentido justo a los bienes terrenales:
socorrer a los menesterosos, quienes son la mejor oportunidad
para obtener el cielo mediante la práctica de la caridad. Éste la
practica de manera encarnizada, haciendo vivir a quien no quiere,
José de la Torre, financiando todas las cirugías necesarias que con-
sisten en amputarle miembros que se le gangrenan.
La retaliación se practica sistemáticamente: un mosco pica du-
rante la noche; cuando sea atrapado será puesto en un frasco y
luego desmembrado minuciosamente. Responder con creces a las
agresiones es cosa normal en esta novela.
¿Cómo podría Crescencio verbalizar su goce voyeurista al
descubrir a Baldomero Berumen? ¿A quién podría comunicárselo?
No sólo lo ve bañarse en el río después de haber domado a un po-
tro, sino lo contempla entregado a la masturbación.
Ya sólo escuchaba el ruido del cuerpo que jugaba y retozaba en el
agua. Hasta que todo ruido cesó. Y tardó todavía algunos minutos
antes de decidirse a sacar la cabeza para mirar al otro lado del río y,
apenas en la orilla, el cuerpo de perfil, delgado, esbelto, escurriendo
agua, un poco encorvado y tenso, navegando en los movimientos
rítmicos y mecánicos del éxtasis de una masturbación irremediable-
mente solitaria.
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Las últimas palabras, “irremediablemente solitaria”, parecen estar
de más; traducen sin duda la desolación de Crescencio Montes
por participar en la escena desde lejos. Desde el principio de la es-
cena, el comportamiento de Crescencio Montes no corresponde
al de un amigo: “Se quitó las chaparreras y la ropa. Luego que es-
tuvo completamente desnudo, de un brinco se echó al agua. Na-
daba con mucha agilidad y contento, como si fuera un potrillo que
8
Ibid
.,
Donde deben estar
…, cap.
VII
, p. 42.
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