Tema_y_variaciones_44_completa - page 129

Antonio Marquet Montiel
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aprendía a correr. Crescencio Montes escondió su cabeza atrás del
tronco y cerró los ojos con fuerza, lleno de miedo”.
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Resulta extraño que al ver a su amigo en el campo, no le ha-
ble; que no se bañe con él; que se esconda y apriete los ojos con
fuerza como si estuviera pasando por una lucha interior: por un
lado queriendo aprovechar la escena para ver el cuerpo amado
desnudo, al mismo tiempo que luchando contra las fuerzas supre-
machistas introyectadas que le impiden gozar al ver el atlético
cuerpo desnudo de un domador. Por otro lado, de haber manifes-
tado su presencia, su gusto al amansador: la aquiescencia de Bal-
domero Berumen no estaría garantizada. Al manifestárselo, era
muy probable el rechazo, la indignación, ¿seguiría el escándalo en
el pueblo? Se vuelven a abrir desfiladeros ante la posibilidad de
decirle o no. Si se lo dice, las consecuencias hubieran podido ser
graves, muy graves, intolerables. Si no se lo dice, en cambio, como
efectivamente sucedió, el lector conoce las consecuencias, el hon-
do duelo, el cáncer, la decadencia de su tienda y su casa, aunadas
a la cascada de preguntas sobre el sentido de la vida. Los caminos
que se abren en la encrucijada de la escena voyeurista llevan a la
parálisis del sujeto: un camino lleva efectivamente a su muerte; el
otro camino hubiera llevado a su muerte social. ¿Cuál hubiera sido
la reacción de Avelina, su madre? El apoyo, la alegría, la felicita-
ción hubiera sido más que improbable. ¿Y el círculo de amigos
que se reunía en su tienda? Sin duda se hubiera disipado inmedia-
tamente. Y la tienda hubiera sido parte de un boicot moral: segu-
ramente la clientela seguiría otras opciones. De todas formas, la
decadencia de la tienda se produjo después de esta escena.
Después de haber descubierto el espectáculo del cuerpo des-
nudo del amansador y del agudo conflicto moral que se deriva de
ello, Crescencio Montes regresa de su paseo transformado, trans-
figurado. Su madre nota la profunda alteración de su hijo: “Doña
Avelina se sorprendió[…] al verlo sudoroso, azorado y con la cara
de alguien que acaba de cometer un asesinato o desentrañarle
una verdad al universo.”
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¿A qué se refieren esas opciones que ve Avelina? No siendo
un psicópata, la culpa y el abatimiento eran enormes, como si
efectivamente hubiera cometido un asesinato. En cuanto a arran-
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Idem
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Idem
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