porque eslo, a] detener las obras, hubiera perjudi–
cado a los darnnificados. Sin embargo a la C RM no
le ha ido tan mal como a otras instituciones. E! ca–
so de UN I CE F , por ejemplo, en el cual muchas ve–
ces, los proyectos no pasaron del terreno.
En la comparación con el caso de UNICEF, lo
que .seguramente omite este testimonio cs que el
hecho dc que algunos proyectos nunca llegaran a
concretarse, no obedeció al desempeño de los gru–
pos técnicos vinculados con UNICEF como aseso–
res y ejecutores, sino a la propia incapacidad técni–
co-administrativa de la representación de esa insti–
tución para estimar adecuadamente las posibilida–
des reales dc obtención dc recursos y los requeri–
mientos financieros implicados en los compromisos
asumidos para la ejecución de los proyectos.
Es más o menos evidente que si desde el inicio,
las instituciones donantes hubieran definido la asig–
nación de una suma determinada, en dólares, para
cada acción de vivienda apoyada, los grupos ejecu–
tores hubieran desde un principio podido estimar
con certeza hasta donde podían llegar los compro–
misos que se asumían con los beneficiarios.
En el caso de Casa y Ciudad, debido a la mo–
dalidad especifica dentro dc la que operó -la cana–
lización de recursos a Iravés dc una asociación civil
en la que participaban las propias organizaciones
sociales involucradas en los programas en que par–
ticipó-, las tensiones fundamenialcs pareci'-n haber–
se dado en la relación con éslas y en las dificultades
para satisfacer las expectativas generadas.
En efecto. Casa y Ciudad asumió, inicialmente
al menos, una virtual exclusividad del apoyo técnico
en relación con los programas de reconstrucción de
la U V C G y la U P I CM - P M . En este sentido algunos
representantes de estas organizaciones opinan que
Casa y ciudad no tuvo la capacidad necesaria para
abarcar el espacio técnico que pretendió asumir.
Habría enfrentado en este sentido problemas seme–
jantes a los experimentados por CO P EV I y VIDE–
CO, con la diferencia, sin duda significativa, dc que
su involucramlenlo en la problemática interna de
tas organizaciones sociales para las que operó como
apoyo lécnico, hacen muy difícil deslindar los as–
pectos relativos a ta capacidad de ejecución de los
que tienen que ver con diferencias de carácter polí–
tico y en cuanto a la orientación a imprimir a tos
programas de reconstrucción.
En este caso, por otra lado, ias partes iovolu
eradas como respaldo técnico eran varias y algunas
de ellas tenían gran incidencia en cl control de los
recursos. Se presentaron así diferencias entre la or–
ganización social y sus asesores en cuanto a las ca–
racterísticas que debían tener los proyectos. Para la
UVCG , e
.4los
debían orientarse a la ejecución de
viviendas terminadas, mientras que para tos aseso–
res (cl Corporativo de Asesoría Jurídica y Fomento
Cultural y Educativo, dirigidos por religiosos jcsui–
las), hacer vivienda terminada era una idea "asis–
tencial". Debe tenerse en cuenta que, si antes de
que se conociera cl alcance del programa guberna–
mental, proponer la construcción dc "pies de casa"
podía resultar una idea razonable en la perspectiva
de que tas acciimes de reconstrucción atendieran a
la mayor cantidad de gente posible, una vez conoci–
do dicho alcance, cualquier organización que se
planteara un alcance menor hubiera seguramente
resultado descalificada por su propia base social.
El caso de DESPRO, una asociación civil cons–
tituida después de tos sismos, que operó como gru–
po ejecutor y supervisor tanto de UN I C E F como
de CRS, permite ilustrar otros ángulos de la rela–
ción entre financiamiento, ejecutores y donantes,
mostrando
cuál modalidad de operación funcionó dc mo–
do menos conflictivo.
En los proyecli>s realizados con fondos canali–
zados por UNICEF, DE S PRO enfrentó problemas
.semejantes a los que experimentados por COP EV I ,
tanto en lo relativo a la estimación de los costos
como en lo correspondiente al flujo de recursos.
Dado que UN I CE F operaba como organismo cana-
lízador dc los recursos y, por consiguiente, no tenía
el control directo de los mismos, tos siempre facti–
bles desfasajes entre el porcentaje de avance de las
obras y el porcentaje de avance det ejercicio presu-
puestal, o la dificultad para comprobar, de acuerdo
con los requisitos exigidos por los donantes, la ero–
gación dc una suma incluso pequeña, solían impli–
car el bloqueo dc las ministraciones.
En este sentido, el becho de que no existiera
un involucra miento directo de un equipo de UN I –
CEF en la gestión, en particular en .sus aspectos fi–
nancieros y la inclusión, de un segundo intermedia-
1...,386,387,388,389,390,391,392,393,394,395 397,398,399,400,401,402,403,404,405,406,...470