El
17
de diciembre, sólo pocas semanas después del primer hallaz–
go, fue encontrada durante otros trabajos de construcción la piedra
del Calendario Azteca. Esta célebre piedra, con su representación del
sistema cósmico de los aztecas, ya era conocida por los científicos de
entonces a través de antiguas pictografías.
La
piedra fue colocada pri–
meramente en el patio del Palacio del Virrey, hasta que a raíz de la
Independencia ésta fue emplazada en los muros exteriores de la Ca–
tedral con fines decorativos y como muestra de orgullo por el saber
astronómico de los antepasados aztecas, fundadores de la ciudad
(Boone, 1983).
Evidentemente, el hallazgo cambió radicalmente la actitud de la
corona española y de los virreyes . En épocas anteriores, ningún
vi–
rrey habría vacilado en ordenar la inmediata destrucción de los ído–
los de los indígenas. Revillagigedo, por el contrario, ordenó su con–
servación, decisión atribuible a las influencias del rey Carlos III y de
sus consejeros, quien estaba influido por los representantes de la
Ilustración y mostraba gran interés por los temas de carácter históri–
co y las investigaciones científicas
(Cf
Bernal, 1992:75). León y Gama
describe ambos objetos detalladamente y los interpreta en
el
contex–
to de sus anteriores investigaciones sobre la capital y la religión de
los aztecas (León y Gama, 1978). Ya en 1792 se publicó su primer
tratado sobre el tema,
el
cual provocó un debate público sobre los
resultados de sus investigaciones.'
El nuevo enterramiento de la Coatlicue es interpretado hoy como
una medida destinada a impedir la entrega a la población indígena
de objetos que sirvieran para la adoración pública de sus dioses, así
como para evitar que se diera al movimiento independentista prue-
más tarde la desenterraron de forma definitiva. Pocos años después de terminada la
guerra de Independencia, a la Coatlicue, en su condición de artefacto de aquella
antigua civilización azteca, le fue destinado un lugar en el recién construido Museo
Nacional de México
(Cf
Boone, 1983:23).
6
El editor del periódico
Gaceta de México ,
Alzate, ponía en duda los resulta–
dos de León
y
Gama, sobre todo los relacionados con la interpretación de la Pie–
dra de Sol azteca
y
sus inscripciones calendarias. Alzate exigió que León
y
Gama
anali zara las reglas que le sirvieron de base; éste, sin embargo, se negó a partici–
par del debate bajo tales condiciones
(Cf
Bernal, 1992:76).
82