Aunque los edificios coloniales que fueron derribados para los traba–
j os de excavación
ya
estaban bastante deteriorados y sólo podían usarse
de ellos los comercios de la planta baja, algunos interlocutores cues–
tio naron su demolición.
l'
Si se trata de conservar la tradición y la his–
toria, habría que preguntarse qué historia es la más importante. La
vida de los aztecas tiene en definitiva tan poco en común con el Méxi–
co actual como la vida de los españoles o de los criollos en la ciudad
colonial. Resulta también dudoso ese presunto respeto por la pobla–
ción indígena de México. Más bien se apropian de la identidad de los
indios con propósitos políticos. Si desean remitirse realmente a las
raíces indígenas, tendlÍa mucho más sentido invertir el dinero en be–
nefi cio de las personas vivas y de sus necesidades y no en esos objetos
muertos (entrevista con Rafael Ortega, 19 de mayo de 1997).
Mediante el Proyecto Templo Mayor los historiadores y los secto–
res oficial es se remiten por tanto de manera positiva a los logros del
imperio de los aztecas desde el momento en que los designan sus
antepasados comunes. El espacio urbano refleja esta historia en su
arquitectura y en la superposición de capas diferentes .
l'
Esta cons–
trucción de la identidad no ej erce sin embargo ninguna influencia
en la exclusión de los grupos étnicos en la sociedad mexicana actual.
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Algunos de mis informantes echan de me nos sobre todo las antiguas librerías
de viejo que antes existían en
el lugar
que ahora ocupan el museo
y
sus ruinas; a su
vez, niegan que se haya producido una transformación simbólica del Zócalo como
consecuencia de las nuevas excavaciones (entrevista con Salvador, Adela
y
Glo ria, 24
de enero de 1997).
J'
Otra manera de abordar los restos de la cultura azteca se pone de manifies–
to
en otras excavaciones del Centro Histórico de la ciudad de México. Frente a las
obras del Templo Mayor hay dos antiguas piedras sacrificiales en el patio inte rior
de un palacio colonial. Entre ellas hay una escalera de caracol metálica que con–
duce hasta abajo, a un espacio estrecho
y
alargado limitado en tres de sus lados
por paredes de concreto, que sólo dejan libre un estrecho pasillo. En el cuarto
lado hay escalones de pirámides que se extienden desde el suelo hasta el techo.
Aquí se excavaron las distintas capas históricas, sobre ellas se edificaron las si–
guientes capas y de ese modo fueron integradas en las nuevas estructuras del
edificio. En un museo situado en una calle lateral del Zócalo hay un objeto simi–
lar. En él desenterraron los peldaños de una pirámide y los sacaron a la luz pública
protegidos detrás de un cristal. Con este modo de exhibición se demuestra de
manera fehaciente que el centro está compuesto por una variedad de capas histó–
ricas superpuestas .
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