LA TERRAZA DEL HOTEL MAJÉSTIC
Pues si quieres filmar un plano abierto del Zócalo, tienes que sub ir
al hotel Majéstic, a la terraza del restaurante. Allí, en una esquina de
la terraza, siempre verás a alguien con una cámara. Desde allí tienes
el mejor encuadre de la Catedral, del Palacio Nacional, y si hubiese
un día muy claro, podrás ver al fondo los volcanes, el Popo y el Ixta.
Esa es la ley de la plaza para un camarógrafo (entrevista con Rafael
Ortega, 19 de mayo de 1997).
Desde que comencé el trabajo de campo, la lerraza del hotel me
pareció un lugar muy adecuado para observar el Zócalo y las activi–
dades que en él se llevan a cabo. En medio del fascinante, pero toda–
vía "extraño" fluir de la metrópoli y de la plaza, uno al principio se
siente aquí "a resguardo". Desde el elegante vestíbulo, un ascensorista
de etiqueta lleva a uno directamente en el elevador hasta la terraza
del restaurante, situado en el sexto piso del edificio. Sentado ante re–
dondas mesas cubiertas de grandes sombrillas, se disfruta de una for–
midable vista del Zócalo en su conjunto. Gracias a la elevada posición
y a mi condición de turista, una puede mantener cierta distancia sin
ser molestada.
l
A diferencia de los otros puntos de observación, iden–
tificados como puntos de referencia por medio de diferentes méto–
dos, la terraza del hotel fue un punto que yo misma seleccioné.'
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En algunas ocasiones invité a algunos amigos a subir a la terraza. Sobre
todo los mexicanos más jóvenes no habían estado nunca en ese hotel. Al entrar en
esos e legantes recintos reservados para turistas, parecían sentirse inseguros
y
con–
taban con que no los dejarían entrar. Yo, en mi condición de europea, podía mover–
me por el edificio sin ser molestada.
2
La terraza me hizo recordar a los primeros etnólogos que realizaron trabajo
de campo, quienes a menudo recopilaban su material etnográfico desde terrazas de
hotel o desde miradores.
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