De esta segunda posición se deriva la propuesta de
abandonar el modelo basado en el consumo y esta–
blecer uno nuevo, basado en la producción. Para
los empresarios, a los que preocupa el ritmo de
crecimiento de la productividad, existe la posibili–
dad de reubicar las plantas productivas, medida
que ha iniciado y que afecta negativamente la ge–
neración de empleos en Estados Unidos.
Esta incierta situación productiva se acompaña
de una reducción considerable en el funcionamien–
to del comercio internacional que, con la sola
excepción de Asia, ha afectado al bloque europeo,
América del Norte y a Centro y Sudamérica, lo que
responde al efecto poderoso de incontables trabas
para la fluidez adecuada de bienes y servicios a
escala mundial. En esta circunstancia no sólo pesa
la inoperancia del
GATT ,
notable desde mediados
de los años ochenta, y la consecuente búsqueda de
un mayor fortalecimiento en la conformación y
operación de bloques regionales, sino también la
convivencia conflictiva entre el discurso librecam–
bista y las prácticas proteccionistas que, en el caso
de las relaciones comerciales de Estados Unidos
con América Latina, desde fines de los años ochen–
ta ha provocado un carácter deficitario acumulati–
vo en las balanzas comerciales de los países que
integran la segunda.
Junto con lo anterior, debe analizarse el com–
portamiento de la inversión extranjera directa, que
en más de dos terceras partes se concentra en las
economías desarrolladas y que, básicamente, res–
ponde a una orquestación de las grandes empresas
trasnacionales, de lo que se deriva una gama de
dificultades crecientes para las economías de capi–
talismo tardío en lo que respecta al financiamiento
de la modernización de la planta productiva y el
consecuente desarrollo de las potencialidades ex–
portadoras manufactureras.
El principal desafío de los aspirantes a ocupar
la presidencia de Estados Unidos, también el prin–
cipal enemigo para las pretensiones de reelección
del presidente Bush, está representado por los
problemas económicos, especialmente los domés–
ticos, que enfrenta esa sociedad, y, aunque se insis–
ta en que las dos opciones en disputa responden a
los mismos intereses, es un hecho que las formas
de observar la problemática económica y de cons–
truir las políticas que lleven a su superación, son
considerablemente distintas desde las perspectivas
republicana y demócrata. La experiencia demues–
tra que la estrategia de alentar preferentemente el
consumo, no lleva fatalmente al incremento de la
inversión y el empleo, toda vez que el consumidor
medio estadounidense, desde hace ya largo tiem–
po, prefiere los bienes de mayor calidad y, desde
hace tiempo también, éstos no son los producidos
en aquel país, con lo que el llamado efecto multipli–
cador de ingreso y ocupación se filtra, con alarman–
te frecuencia, hacia el exterior, con destino a los
países asiáticos y, en menor madida, a Alemania.
Parece más acorde con la realidad percibir la pro–
blemática como resultado de un nivel insuficiente
de inversión productiva y tratar de construir una
política consistente con ese punto de vista, es decir,
que ampare el crecimiento de la inversión, el de la
ocupación calificada y, con ello, el de la producti–
vidad. Da la impresión que, sólo de esta segunda
opción, podría reconstruirse un nivel competitivo
de la economía estadounidense, y tal posibilidad
descansa en el triunfo electoral del Partido Demó–
crata; la visión y política republicanas no encierran,
en lo fundamental, ninguna novedad para un elec–
torado que está consciente de la urgente necesidad
de cambios radicales en la polídca económica.
Todo lo anterior genera un alto grado de incer–
tidumbre en torno al comportamiento futuro de
esa economía, sin dejar de considerar los muy
grandes problemas sociales que allá se enfrentan y
que agregan mayores dificultades a la construcción
de una política económica y social que aspire a
superar la crítica situación actual.
LA INEVTTABIUDAD DE LA
CONTROVERS IA Y SU INC I ERTA
SOLUC I ÓN
Una historia nada reciente de las relaciones comer–
ciales estadounidenses con el resto del mundo,
informa con suficiencia de una ineludible contro–
versia, ya para ventilar cuestiones arancelarias, ya
para tratar asuntos no arancelarios, siempre con el
fin de proteger a los productores de aquel país. El
problema de fondo no está representado, para
México, en la asociación con una economía que, de