Carlos Gómez Carro
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caso, Venus, en su eufemística, se refiere a lo venéreo, y es motivo
de preocupación, por sus consecuencias fatales, desde su primer li-
bro:
Y aunque el alma atónita se queda
con las venustidades tentadoras
a las que dan el fruto de su industria
los gusanos de seda […]
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”Las venustidades tentadoras” son las de “talles zalameros”, algu-
nas de ellas enfermas, que hacían el ritmo de las horas en las carre-
telas de Madero (y alimentaban la industria de los “gusanos de
seda”). De haberse precipitado el mal a lo largo de la primera mitad
del año de su muerte, querría decir que, entre otros poemas y ensa-
yos, habría desarrollado, o al menos concluido, “La suave Patria”
en plena agonía, pues la termina el 21 de abril (lo mismo puede de-
cirse de “Novedad de la patria”). Es presumible que su meditación
habría girado alrededor del dilema de si combatir con fuerza la en-
fermedad, lo que pareciera factible, o abandonarse a la suerte de
Afrodita. Algunas de sus últimas líneas apuntan hacia esta percep-
ción de su agonía:
Corazón que en fatigas de vivir vas a nado
y que estás florecido, como está la cadera
de Venus, y ceniciento cual la madera
en que grabó su puño de ánima el condenado:
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En esa lucha, iniciada tiempo atrás, la tentación del poeta pareciera
la de dejarse morir. Muerte que se anhela con la misma fuerza con
que se quiere el reencuentro con la amada. No obstante, se desea
una muerte que deje indemne la entereza de su cuerpo:
Señor, Dios mío; no vayas
a querer desfigurar
mi pobre cuerpo, pasajero
más que la espuma del mar.
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70
“Poema de vejez y de amor” (SD), p. 153.
71
“Mi villa” (SC), p. 256.
72
“Gavota” (SC), p. 249.