Gloria Ito
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Soren Kierkegaard, quien halla como acto supremo de la vida y el
momento de mayor placer en la copulación.
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Estudia con entusiasmo a Sade y a Hitler, tratando de encontrar
el no siempre coherente papel del mal y destrucción en la realiza-
ción de la belleza y escribe: “Para mí la belleza está inextricable-
mente ligada a la anulación brutal en tanto se liga a la muerte
violenta”.
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Mishima reflexiona acerca del masoquismo y del sadismo como
la consecuencia de experiencias tempranas traumáticas. En tanto lo-
gró sublimar con relativo éxito su masoquismo, a través de su obra
literaria, éste se convirtió en su salvaguarda. Así, pudo sobrellevar
el trauma, pero llegó un momento en que fue insuficiente. Se vio
abrumado por el potencial destructivo del impulso de muerte y al no
poder superar sus heridas narcisistas primarias, recurre a la muerte.
Así, se produce la alquimia del arte: del horror nace la belleza.
La sublimación es resultado de la transmutación de la angustia o del
miedo en goce.
Las imágenes del dolor y la violencia, semiótica recurrente, au-
nados a la erótica de la belleza y el arte se convirtieron en una obse-
sión para el escritor.
En el
Pabellón dorado (Kinkakuji,
金閣寺
),
presenciamos la
quema del mismo por el protagonista, un novicio, ante el desencan-
to de la vida. De nuevo se muestra la obsesión de Mishima por la
belleza, encarnada en el gran templo. En la obra se muestran rasgos
de alienación del ser humano, exacerbados por la condición del pro-
tagonista confrontado con su existencia.
El templo, situado en Kioto, poseía ya quinientos años. Era famo-
so por su belleza, testimonio de los años gloriosos de Yoshimitsu
(1358–1408), tercer shogun de la familia Ashikaga, quien gobierna de
1368 a 1394, durante el periodo Muromachi de la historia del Japón.
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Esta novela intitulada
Kinkakuji
en japonés, de 1956, se consi-
dera como la coronación de la obra mishimiana. En ella presenta su
estética e ideología fanáticas, en la que templo es sinónimo de su ma
dre, como más tarde los pavorreales lo serán también en una obra
posterior.
50
47
Soren Kierkegaard,
Either/Or
, p. 20.
48
Charles Shiroo, “Yukio Mishima”, en
Inexorable modernity Japan’s grappling
with modernity in arts
, p. 158.
49
H. Paul Varley,
Japanese culture
, p. 58.
50
Christine Condamin Pouvelle, “L’héritage mortifère du Pavillon d’Or”, en
Co-
lloque Créativité, littérature et psychologie
, junio 2003.