Fernando Martínez Ramírez
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cierta teoría del conocimiento– sino la aplicación seria de un con-
junto de preceptos que guían la lectura y terminan siendo proféti-
cos, porque se encuentra lo que la teoría preconizaba como
encontrable. Sin embargo, cuando las teorías se vuelven metodo-
logías, suelen cometerse abusos con las jergas técnicas, el crítico se
dedica más a demostrar el dominio de un lenguaje que a proyectar
alguna forma de comprensión sobre la obra o sobre el autor.
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Finalmente, existe una crítica que prescinde de la teoría, si es
que ello es posible. En el mejor de los casos, este tipo de críticos
se apoyan en su erudición y en su talento para parafrasear el ob-
jeto de estudio. Establecen analogías entre el lenguaje que están
analizando, el literario, y otros lenguajes, como el de la pintura o
la música, y construyen así un discurso paralelo, metafórico, don-
de parece que analizan la obra y las motivaciones del autor. A di-
ferencia de las teorías que optan abiertamente por filosofar, aquí
el crítico da la impresión de estar hablando siempre de su objeto
de estudio, nos ilumina con su sabiduría y hasta llega a fascinarnos
pues el verdadero centro de atención es su propio discurso. En el
peor de los casos este tipo de crítica se vuelve impresionista, apela
a términos como talento, inspiración, gusto, y con ellos decide.
Resulta, por tanto, un decir ideológico, cargado de valores y pre-
juicios, cuyo principal problema no es que sea ideológico –al final
todo lo es–, sino que no advierte que su condición también está
determinada, que detrás de su decir, a veces bello, existe una teo-
ría, o mejor aún, una ideología como trasunto, a veces ignorada,
otras deslizada ominosamente. Esta crítica suele salvarse por su
profundidad filológica, antropológica, incluso filosófica, pero no
se percata que con su erudición o impresionismo legitima, muchas
veces de manera inconsciente, otras deliberadamente, mercados
culturales y camarillas de poder literario institucionalizado. Lo que
menos importa, después de todo, es el saber acerca de la obra y
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Para Víctor Barrera Enderle, hoy la crítica se pierde en el vasto territorio de
los estudios culturales. El crítico, aunque tiene una función pública pues completa
el circuito de la literatura, ha perdido influencia frente a los medios de comunica-
ción masiva y ha delegado su labor a las grandes empresas editoriales. Cf. “Ejercer
la crítica literaria cuando nadie tiene certeza de lo literario”, en
Literatura y globa-
lización
. Véase también el número 35 de la revista
Tema y Variaciones de Literatu-
ra,
que echa “Una mirada a la crítica literaria latinoamericana”.
Revista_43.indb 197
05/11/14 08:55