Contra un Diseño Dependiente - page 222

formal y los métodos prácticos que le servían en sus realizaciones. La uni­
dad de la teoría y la práctica era un asunto de método, una unidad actual­
mente, que sólo ha sido destruida por el temor del arquitecto de no ser
espontáneo "artísticamente". El primer paso hacia una restauración de esta
unidad es el desarrollo de una teoría integrada de la arquitectura. En el pa­
sado los temas eran casi invariables y la teoría podía tener el carácter de re­
glas relativamente fijas y limitadas. Actualmente se ha hecho imperativo el
adaptarse a cambios frecuentes y, por lo tanto, la teoría debe ser un sistema
"vacío" pero coherente lógicamente, que sea capaz de cubrir todos los pro­
blemas arquitectónicos. En otras palabras, la teoría moderna debe ser válida
para
todos
los sistemas arquitectónicos, en tanto que las antiguas teorías es­
taban atadas a sistemas aislados.
La educación no está completa con la adquisición de una comprensión teóri­
ca satisfactoria. Hemos visto que la misma actividad creadora, la habilidad
de resolver temas complicados a través de la concretización, sólo se desa­
rrolla por medio de ejercicios. Sin embargo las
intenciones
que incluye el te­
ma no son aprendidas por medio de estos ejercicios, sino que tienen que
enseñarse de manera más directa. Por tanto, la unión entre la teoría y la
práctica es básica desde el principio. También podemos decir que la educa­
ción consiste de una parte teórica y otra práctica, que están interrelaciona-
das. Necesitamos además un entrenamiento en
percepción
arquitectónica
para hacer el conocimiento teórico vivo y para darle a la producción una pro­
fundidad intencional adecuada. También es necesario un entrenamiento en
el análisis arquitectónico, para hacer que la enseñanza sea algo más que la
mera transmisión de información. Por medio de ejercicios de análisis, la teo­
ría debería, por así decirlo, ser desarrollada nuevamente por los estudiantes.
De manera análoga, los estudiantes tienen que aprender a definir los temas
adecuadamente por medio del entrenamiento en el análisis de los trabajos,
en lugar de recibir programas completos por medio del profesor. Sólo de es­
ta manera el estudiante puede comprender que edificar significa solucionar
problemas sociales y culturales más que la erección de casas con cierto nú­
mero de metros cuadrados. Por lo tanto, la educación debe desarrollar las
facultades de integración (concretización), análisis, experiencia y debe tam­
bién proveer los antecedentes culturales generales, necesarios para dar a
las intenciones la profundidad adecuada. Antes de que fijemos la atención
en la organización de este tipo de entrenamiento, debemos decir unas pocas
palabras acerca de la situación actual de la educación en arquitectura.
Cuando se dice que la situación de la arquitectura es confusa, esto implica
necesariamente, que la educación de los arquitectos no es satisfactoria. Las
escuelas han mostrado ser incapaces de formar arquitectos aptos para re­
solver las tareas actuales. Estas dificultades no son muy recientes. En el si­
glo XIX Ruskin, Morris y otros señalaron la ineficacia de la educación
arquitectónica y lo mismo hizo Van Der Velde cerca del fin de siglo.
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