1.
DE LA IDEOLOGÍA DE LO SIMPLE A LA DE LO COMPLEJO
El siglo
XIX
se resiste a aceptar al caos como parte legítima de la creación
Inspirado en el modelo de la
Mecánica celeste
26
de Laplace, Lambert Adolphe Quetelet in–
trodujo en su
Mecánica sociai2
7
el concepto de probabilidad y estadística. En consecuencia,
ambos conceptos nacieron en el campo de las ciencias sociales y no en el de la física .
28
Hacia
1872 James Clerk Maxwell introdujo en la física el cálculo de probabilidades para la solución
de problemas con un gran número de componentes. Éllo manifestó lacónicamente: "[.. .] he–
mos hallado un nuevo tipo de regularidad, la regularidad de los promedios':29 Más tarde, el
concepto de la mecánica estadística apareció alrededor de 1900 gracias a las aportaciones de
Ludwig Boltzmann y de
J.
Willard Gibbs. Al encarcelar al desorden creciente del universo co–
nocido en la nueva jaula de la teoría de las probabilidades (la entropía: segundo principio de la
termodinámica, la llamada
muerte tibia del universo)
,
Bolzmann legitimó científicamente lo
hasta entonces visto como complejo e ilegal mediante una nueva ley ahora institucionalizada.
Desde entonces, el desorden caótico de los gases se sometió a esta ley; se había encontrado
una nueva forma de orden y había que celebrarlo.
Cuando Jules Henri Poincaré desistió del intento de dibujar la complicada trayectoria (ho–
mocíclica) constituida por un sistema dinámico conformado por sólo tres cuerpos, encontró
que dentro de sus infinitas intersecciones, cada una de las (dos) curvas se plegaba sin cortarse
a sí misma.
30
Molesto por sus hallazgos, declaró:
La lógica a veces engendra monstruos. Desde hace medio siglo se han visto surgir una multitud de
funciones raras que parecen esforzarse en asemejarse lo menos posible a las honestas funciones que
sirven para cualquier cosa. No más continuidad, no más derivadas, etcétera.
31
Pese a ser un visionario que llegó a vislumbrar las matemáticas de lo imprevisible, no quiso aceptar
la falta de regularidad y de continuidad de aquellas funciones que le causaban tanto desagrado.
Entre otras cosas, los motivos que lo frenaron fueron su actitud filosófica, que compartía con la
mayoría de sus contemporáneos, y el hecho de que el cálculo para el tratamiento numérico de los
sistemas de ecuaciones no lineales se tenía que hacer a mano, lo cual resultaba simplemente impo–
sible. Sin embargo, a pesar de su
ren~encia
a dar el salto, Poincaré ya anticipó la sensibilidad que
tienen los sistemas complejos a las condiciones iniciales; en
Ciencia
y
método
(1908) escribió:
26
Pierre Simon de Laplace,
Traité de mécanique céleste,
obra en 5 volúmenes publicados entre 1799 y 1825.
27
Lambert Adolphe Q uetelet,
Sur /'homme et le developpement de sesfacultés, essai d'une physique sociale, 1835.
28
eJ,
Moisés José Sametband,
op. cit. ,
pp. 34 Y35.
29
James C1erk Maxwell, citado por Moisés José Sametband,
op. cit.,
p. 35.
30
"Intentemos hacernos una idea de una fi gura formada por estas dos curvas y sus infi nitas intersecciones, cada una de las cua–
les corresponde a una solución doblemente asintótica. Dichas intersecciones forman una especie de entramado, de tejido, de red de
mallas infinitamente finas. Ninguna de esas curvas se ha de cortar a sí misma; además, se ha de plegar sobre si misma de un modo
muy complejo para cortar infinitas veces todas las mallas de la red': Jules Henri Poincaré,
Les mélhodes nouvelles de la mécanique
célesle,
publicados entre 1892 y 1899, citado en Moisés José Sametband,
op. cit.,
p. 37.
31
Jules Henri Poincaré, citado en Moisés José Sametband,
op. cit.,
p. 38.
[25]
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