[30]
¿DISEÑAR CON FRACTALES? ¡VAYA UN ABSURDO!
Casi todos los libros,
y
también casi todos los museos de la ciencia, proclaman que las curvas no dife–
renciables son contrarias a la intuición, 'monstruosas: 'patológicas'
y
hasta 'psicopáticas' [...
]'9
Pero poco antes señaló que:
[... ] otros autores (empezando por Henri Poincaré) dijeron que era una 'Galería de los Monstruos:
parafraseando el
Treatise 01Algebra
de John Wallis (1685), donde se dice que la cuarta dimensión es
'un monstruo de la naturaleza, menos posible que una quimera o un centauro:
so
Justo es mencionar que, sin embargo, tiempo después Mandelbrot tuvo una ventaja sobre sus bri–
llantes antecesores matemáticos del siglo
XIX:
su encuentro con esas monstruosidades geométricas
ya no se dio en papel y lápiz, se dio merced a la ayuda de esas prótesis monstruosas de la imagina–
ción que damos en llamar computadoras. De hecho, estos nuevos monstruos del cálculo veloz y
del dibujo preciso -que computan y dibujan en fracciones de segundo la solución iterativa de una
simple ecuación con números complejos, que a las mejores mentes les llevaría años calcular- con–
tribuyeron a resolver el escabroso problema de las
curvas patológicas
que habían dejado pendiente
los cerebros desnudos de los matemáticos más brillantes de la época. En adelante, esa perturbadora
galería de monstruos
se convertiría en uno más de los senderos del conocimiento.
Polvos
y
objetos monstruosos
Polvo de Cantor
Sirva el caso presente para ejemplificar el impacto que tuvieron estas ideas sobre la vida de los
colegas involucrados. Debido a sus ideas sobre las matemáticas, Georg Cantor, inventor de la
teoría de los conjuntos, fue atacado por muchos de sus recelosos colegas; en particular, rechaza–
ron al
polvo de Cantor
por
monstruoso
a pesar de que demostraba con elegancia sus tesis sobre
el concepto de infinitud. sl Asimismo, durante su vida, Cantor fue atacado por el mismísimo
Poincaré, quien dijo que sus ideas sobre los números transfinitos eran como una enfermedad de
la que había que curar a las matemáticas. Incluso, también su antiguo maestro, Leopold Kronec–
ker, miembro preeminente de los matemáticos alemanes, lo atacó personalmente calificándolo
de "charlatán científico'; "renegado" y "corruptor de la juventud':s2 Cantor, sorprendido de sus
propios hallazgos, un día se dijo: "lo veo y no lo creo"; tiempo después, cayó en profundas de–
presiones y, luego de haber planteado su teoría de los números transfinitos (existen infinitos de
49
Benoit Mandelbrot,
La geometría fractal de la naturaleza,
p. 62.
50
¡bid.,
p. 27; véase asimismo J. Briggs
y
F.
D. Peat,
op. cit. ,
p. 93.
Cf.
César Mom oy Olivares,
op. cit.,
p. 124.
52
Joseph W. Dauben,
Georg Cantor
y
la teoría de conjuntos transfinitos,
<
/
georll-cantor_y-'a_teoria_de_transfinitos.htm
>.
1...,22,23,24,25,26,27,28,29,30,31 33,34,35,36,37,38,39,40,41,42,...144