Vico la adoptó Montesquieu
(1689-1755).
«1 filósofo politico fran–
cés, quien, en su famoso
El Espíritu de las Leyes,
siguió la evo–
lución histórica en las ideas y costumbres políticas, fundándola en
los diversos ambientes, particularmente en los varios climas. La
posición de Vico la siguió también, hasta cierto punto. Winckel-
mann
(1717-1768),
un alem.in que vivió mucho tiempo en Roma
al servicio de diversos cardenales y cuyas investigaciones de his–
toria del arte griego le han valido el título de "Fundador de
la arqueología científica». No estará de inás recordar, de paso,
que Winckclmann publicó el primer tratado sobre los tesoros
arqueológicos descubiertos en Pompeya
y
Hercuiano
(176«).
Las nuevas tendencias históricas fueron ensalzadas e impul–
sadas por Herder
(1744-1803),
pastor luterano alemán que sirvió
mucho tiempo como predicador de cámara del duque de Sajonla-
Weimar, y como muchos otros intelectuales de la Era de la Ilus–
tración, era medio pietista, medio deísta. No se trataba, pro–
piamente, de un historiador »cicntffico", ni reunió ndocumentosn
ni escribió narraciones detalladas criticas. Mas hizo muchas vehe–
mentes e influyentes alegaciones en defensa del estudio del pasado
del hombre, y, en sus «Ideas sobre filosofía de
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Historia», Indi–
caba cuál debía ser el método y cl objetivo de la nHístoria nueva».
Tenía que ser la Historia <'una simple Historia Natural de las
fuerzas, acciones e inclinaciones humanas, tal como las modifica–
ran ias cricunstancias de tiempo y lugani. Debía ser genética, ex–
plicando cómo se había desarrollado la raía humana desde los
tiempos primitivos hasta cl presente. Debía ser nacional, mos–
trando cómo se hablan distinguido las diversas tribus y naciona–
lidades y cuál habla sido su respectiva contribución a la civiliza–
ción mundial. Debía ser cultural, ocupándose no tanto de la
política y la guerra cuanto de la sociedad, el pensamiento y el
arte. Sobre todo, tenía que ser humanitaria, fomentando un apre–
cio y una comprensión verdaderos de la naturaleza humana, y,
con ellos, un nuevo ordenamiento de la sociología: antropología,
arqueología, filología y religión comparada. Herder presentaba
un programa para el progreso de la sociología, no sólo en su
época, sino también en la nuestra.
En e) siglo
XVIII
—cuando tenia lugar el mayor auge de la
«Ilustración»— la historia era un reflejo del escepticismo, racio–
nalismo y deísmo —o ¡iielsmo— de la filosofía contemporánea.
Existía una acentuada tendencia a menospreciar la Edad Media
como una nEra de fe y supersilcióiui, y a extenderse al propio
tiempo en la «Ilustración» de la Roma pagana cl:4s¡ca, asi como
en la de la moderna «edad de la razón». La liistoria mayor y más
típica del siglo xviii fue la
Decline nnd Fall o¡ the Roman
Empire
—Decadencia y calda del Imperio romano— por Ed-
^^'ard Gibbon
{i737-i79
'l). un caballero inglés acomodado, quien,
lo mismo que anteriormente Bayle, se había convertido al calo-
iirismo, vuelto a convertir al protestantismo y caldo, finalmente,
en un agnosticismo completo. Con una teórica abrumadora y
un ingenio mordaz, comparaba Giobon la nciviüíación» pagana
con la nbarbarie» cristiana y atribuía la caída de Roma al triunfo
del cristianismo. Otra obra importante del siglo fue la
History
of England,
de David Hume
(1711-1776).
un filósofo materialista
escocés, que se ocupaba de la Gran Bretaña moderna, de un
modo partidista, a un tiempo pro-Tory y pro-deísta, y sin ser
demnsi:ido exacto; pero consttiuyó la primera tentativa de pre–
sentar las facetas sociales y literarias de la vida de una nación
sin ceder en importancia más que a su trayectoria política, y la
primera obra histórica moderna escrita en un estilo vivo, al par
que cuidado y culto,
Las historias de Hume y Gibbon tuvieron gran popularidad y
venta. Pero aún fueron más populares —y, desde luego, más
superficiales— las obras históricas de Voltaire, especialmente su
Época de Luis XIV
y su
t^ida de Carlos XII
(de Succia), y
la serie de historias que produjo la pluma de Raynal
(1713-1796).
ex sacerdote francés y amigo Intimo de Diderot y Holbach, Las
historias de Raynal no eran muy eruditas, pero se leyeron mucho
porque sus asuntos eran oportunos, y su contenido, «filosófico».
Las
Historia del Estatudernto
e
Historia del Parlamento
de
Ingldterra
eran folletos políticos en los que se comparaba la
raionable «libertad» de Holanda e Inglaterra con ta irracionalidad
del «despotismoi. francés, y su más famosa Hijloría
filosófica
y poUlicn del comercio
europeo y colonias tn las dos Indias,
adulaba los prejuicios corrientes entre los europeos «ilustrados»
acerca de los «nobles salvajes» de América y rinobles sabios» de
Asía.
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