único de llevar a la practica sus principios. Querían
declarar vacante el trono y llevar a él a Guillermo y
María mediante una ley del Parlamento. Del otro
lado, los íoríej estaban divididos y molestos, ocu–
pando como rebeldes una posición de la cual se reti–
rarían muy gustosamente sí pudieran hacerlo lleván–
dose en las manos los frutos de la rebelión.
La huida del rey, con el envío por delante del
principe heredero para que fuera educado en la lelí-
gión católica romana bajo la influencia de la Corte
de Francia, hacía impracticables todas las soluciones
lories
de la crisis. Los íoríej se dividieron alrededor
de tres propuestas, encaminadas las tres a salvar el
moribundo principio del derecho divino. Esas tres
propuestas eran las siguientes:
1)
Llamar a Jacobo sometiéndolo a ciertas condi–
ciones. Pero como Jacobo no las aceptaría, esta
propuesta fué a lo último apoyada sólo por lo»
jacobitds.
2)
Hacer regente a Guillermo, aparentemente en
nombre de Jacobo, pero en realidad contra la
autoridad de Jacobo.
3)
Proclamar a María por su propio derecho, con
8U
marido como príncipe o rey consorte.
La regencia de Guillermo en nombre del rey Ja-
cobo había sido propuesta como base de un compro–
miso en tiempos de la controversia sobre la Ley de
Exclusión, durante el reinado de Carlos 11. Pero
debe advertirse que entonces Jacobo no tenía más des–
cendencia que sus dos hijas protestantes, Mario y Ana,
mientras que en 1689 el heredero de Jacobo era un
varón, entregado en las manos de los jesuítas fran–
ceses y del rey de Francia. Por lo tonto, a menos que
no apoyasen su actitud sobre el supuesto carácter ¡le–
gítimo del niño, los
lories
quedarían obligados, si se
realizaba ¿1 proyecto de Regencia, a reconocer a loe :
antiguos y al nuevo pretendiente a la sucesión como
reyes titulares de Inglaterra. Generación Iras genera–
ción, a lo largo del siglo xvm, los sucesivos regentes
de Inglaterra se verían obligados o hacer la guerra
contra cl rey de Inglaterra reconocido, a quien apoya–
ría Francia. De hecho, Inglaterra se convertiría en
uña república, si no aceptaba una restauración jaco-
bita. No es de extrañar, pues, que ei proyecto de
regencia, patrocinado por el arzobispo Sancroft y los
obispos de la aita iglesia para salvar sus conciencias,
fuera desfavorablemente recibido por estadistas
tories
como Danby y quedara derrotado en Votación en la
Cámara misma de los Lores, donde tenían .mayoría
los
lories.
Para llevar al trono a Guillermo y María por vir–
tud de una ley parlamentaria, sería necesario declorar
vacante ei trono; pero los lores
corles,
dirigidos por
Daaby, se negaron a declorarlo vacante mientras pu–
dieron hacerlo sin riesgo de la seguridad pública.
Porque vieron que si admitían que ci trono podín que–
dar vacante en cualquier ocasión, destruían ei con-!
cepto del derecho divino hereditorio; el poder regio
procede de Dios, debe estar siempre incorporado en
alguna persona sin ayuda de ningún Parlamento. En '
el mismo momento en que una persona dejaba de ser
rey, ocupoba otra su lugar por derecho divino. Le '
íiaturaleza tiene horror al vacío, y el derecho divino
tiene horror a las vacantes.
Us roi est mori, vive le roi.
Por consiguiente, opinaba Danby que Jncobo haliía
"alidicado" al huir, y ijiie por tal cau«a y desde nqucl
momento le sucedía su hijo Marín por sii propio
derecho hereditario. Así, pues, dijo Danby, cl trono
no está "vacante". Esta opinión desconocía los dere–
chos de Jacobo, hermano de María. Puesto que cl niño
estaba en Francia, no podio ser educado en lo religión
protestante. Gviardemos, pue.s, silencio acerca de él,
ya que, además, quizá sea hija ilegítimo, puesto que
no le vio noccr nodie exceplo'algunos papistas. Toles
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