falólico roniono fueron letorzadas. De tiempo en ticm
po, cuando
se
descubría un complot jscobila, o cuando
ae
lentia una invasión francesa, las
leyes
entraban en
ejercicio para capturar c los sdcevdotes y sai|ucüi
tus
congregaciones, como oeurrió en tos condados
del
noria
dc3|iué8
del levanlamiento de 1715. Pero lus
condiciones normales en licmpus de Guillermo, Ana
y los Jorges fueron rnuclio
m á s
favorahlcs. Hay un
In
.-go infoi me
del
ono 1710 enviado a Roma, al carde–
nal
Paolucci, por uno de
sus
agenlca en Inglaterra. El
informe dice, en los lérminos más enfáticos, que los
católicos romanoii de Inglaterra "disCrulon con entera
libertad
del
ejercicio de su religión",
q u e
quien lo
desee puede tener en su cusa, lo mismo en la ciudad
que en cl campo, a un
Gocerdule,
y que no se aplica
ninguna ley contra los católicos romanos, excepto las
que.
tos
excluyen de los cargos públicos y
los
que
los gravan con impuestos dobles. Por otra parte,
el
mismo agenl.e informu detalladamente cómo en Ir–
landa loa católicos romanos son cruelmente persegui–
dos y |ir¡vados lie sus ríios religiosos tonto en la [irác-
tica como en lo ley. El informe es muy digno de
estudio en cuonio nos proporciona el punto de vista
de
los
católicos romanos de aquel tiempo por lo que
respecta a
la
diferencio de trato que recibían en las
dos islas británicas.'
Sin embargo, hasta el período de emancipación
Je los católicos o comienzos del siglo
Xix,
se les ex–
cluía de lodos los cargos de gobierno, tanto local como
central, y
de
tener ssicnlo en
las
Cámaras del Parla–
mento, Como eran inevitablcmenlc jacobitas, eran
incvitublemenle sospechosos, y aunque podían practi–
car libremente su religión, la practicaban en privudo.
No podían oslenlorla, ni de hocho, hacer propaganda.
En el siglo xvui estaban, en varios aspectos, en peores
condiciones que los disidentes protestantes, quienes
1
Esii
EA
la Public Record Office, Seccióo de Copias,
N O M I .
101.
fueron los más esforzados sostenedores de tos go–
biernos nacidos de la Hevolución, Antes
de
los días de
la inmigración irlandesa en Inglaterra, los católicos
• órnanos eran una comunidad aristocrática que se
mantenía unida sobre la base de grandes familias
católicas y de sus suboidinados y protegidos; ta "vieja
religión" seguía siendo en el siglo
XVlir
una religión
de caballeros, aunque anacrónica'y eonfinada.
Formaba parte de la política de Guillermo tratar
del mismo modo a todos los proteslontes. Esperaba
obtener lo abolición, por lo que se refería a ios disi–
dentes jirolestanles, de tas leyes que tos excluion de
los cargos públicos, exclusión que aprobaba por lo
que afectaba a los católicos romonos. En sumo, de–
seaba que las leyes de Pruebas y de Corporaciones
fueran revocadas resj^ecto de los protestantes. Llegó
a ofrecer, si los
lories
consentían en admitir disidentes
en los cargos civiles, que en compensación permitiría
u los obispos jacobitas "iio juramentados" conservar
sus sedes sin hacer el juramento de lealtad, oferta en
la que brilla más la generosidad que la prudencia.
Pero los
lories
no querían sacrificar el arca de su
alianza en beneficio de los jocobitas y los "no jura-
menlados", pues pensaban que la iglesia no estaría
segura admitiendo a los disidentes en los cargos ci–
viles y concediéndoles la igualdad política. En el Par–
lamento, los
whigs
no pusieron mucho empeño en el
asunto, ya que ellos mismos, en cuanto conformistas,
podían disfrutar las dulzuras de los cargos con ayu–
da de los votos no conformistas.
También deseaba Guillermo que et Libro de Ora–
ciones fuera modificado de manera que quedaren
incluidos en el cercado de la iglesia el mayor número
posible
de
disidentes ortodoxos. En eslc'punto fué
apoyado por Nollinglinm, jefe del partido de lo igle–
sia en el Parlamento, Pero el clero, reunido en asam–
blea, se pronunció alrierlomente contra tal proyecto.