Corona
efectuada
por
la
líevolución contó en lo au-
ccüivo
con
la
apTobación
de loiios ios parltdofi del
.•jitcdo. Y cuando, al fin, subió
a l
trono en 1760 un
rey grato a los
lories,
ya era demasiado tarde para
resucitar la vii-ja prerrogativa. No se hizo el menor
intento para ri.'staurar ios poderes de los reyes Es-
luDrdos.
Jorge lU, enlrcgado al influjo protestante,
no fué sino demasiado fiel a la letra del Ordena–
miento
de
la Uevollición. Todo lo ([iic intentó fue, y
eso con asciilimienlo del Parlamento, recobrar para si
liiíi
facultades ipic el
j)rinici
Ordenamiento
había
de-
¡iido i:n HiíiO a la
per?oiiii
del rey,
]>cio
(¡Mc
bajo los
|jiimCM
)s
reycít hiinoveriunos liabían sido ejcitidas por
lus ministros
uihii^s.
Mas aiin(|uc. después de la líevolución,
los
ingleses
leniím
poco
ijiic temer del despotismo real, podían
Inucr, cu cninbio, lus exiiülimilaciones contra la li-
lieiiad
por
|intic de
los
nuevos amos, las Cámaras del
i'arlunienlu y lus gobic
;nos
armados con la asistencia
de aquéllas; pero el peligro fué mitigado por la di-
"visión del Parlumeuio en
wltig.'í y lories,
que asegura,
bují) el nuevo régimen, la libertad de los sítbditos.
Por la rivulhdiKl de los dos partidos, los
wliigs
abra–
zan lu cau^a de cualquier persona perseguida por un
gobiciuo
liiry
o
por
una Cúniara de los Comunes
lory;
y
a
iii vez
los
lories
se constituyen en campeones
de
lu victima más humilde de la tiranía
whig.
Se cuen-
lan'por ccnteuavea los ejemplos de la acción de esta
ley de dinámica política durante loa reinados de Gui–
llermo y do Ana,
aparte
de loa bienes conocidos de los
peliciuiiarios de Kent, de loa hombres
d e
Ayiesbury,
del iluelor Suchevctell, y cl fracaso de las acusaciones
toutitt Somcfs y contra Oxford. La Revolución quiíá
hizo
a! Pnrlamenlo peligrosamente poderoso; mas, por
forlutia para la libertad, cl Parlamento siguió siendo
un organismo
dividido
contra sí mismo,
.Así lo dcitio.'^lió en el importante asunto
d e
la li*
bcriail de Imprenta, El derecho
d e
imprimir y pu–
blicar escritos ofensivos ])ara el gobierno quedó ase–
gurado como resultado de la Revolución
y
de lu
incesante rivalidad de íoríei y
whigs.
Anteriormente,
en Inglaterra como en otros países, era necesario
obtener licencia de las autoridades para imprimir
y
publicar un libro, un folleto o un periódico, Habiu,
naturalmente, imprentas clandestinas que, par ser ile–
gales, eran generolmente manejados por los más vio–
lentos enemigos del gobierno, a menudo de manera
bastante procaz. Pero lo discusión abierto y legítima,
tanto en materia religiosa como política, cstabo pro–
hibida por una rígida censura. Como consecuencia
del espíritu de la nueva época incorporudo por lu
Ilevolueión, esta forma de control gubernativo fué
abolida en 1695, En ese año, el mismo en que tuvo
efecto la reforma de la Ley de Traición, la ley anual
de to censura de imprenta
fué
omitida, y después no
volvió nunca
a
ser restablecida.
Después de esa gran emancipación, los autores y
editores aún corrían, y siguen corriendo boy, cl ries–
go de un proceso por sedición o por difamación anic
un jurado de compatrioías. Sin esa salvaguardia, la
"libcrlud de impicnla" hubiera sido algo muy |ierni-
cioso, "Libertad de imprenta" quiere decir ubulíción
de la censura, por lo cual habia luchado Millón en su
Arcopagílica, or tUe Lihcrly o¡ UnliccnscJ
Priniing.
En esle magnífico folleto, medio poético, medio poli-
tico, se encuentra aquella famosa fanfarronada
)ia-
triótica: "¿Qué hoce Dios sino revelarse a sus ser–
vidores, y, como es su costumbre, a los ingleses antes
que a nadie?" Mucho ie hubiera agrudado a Mitton
saber que, en efecto, fue Inglaterra el primer gran
país que tuvo la libertad de imprenta, cincuenta años
después de publicada su
Arcopagilica.
En su tiempo,
la violencia partidista, de la cual él mismo estaba
profundamente infectado, hacia-imposible la libertad
de palabra y de imprenta. La "libertad de imprimir
y
publicar sin licencia" no nació con Pym o con Crom-
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