tación de los edificios, sus proporciones y hasta las piedras definían
los elementos urbanos en un contexto nuevo. Como transformación
social inequívoca de la sociedad colonial se produce una separación
institucional y espacial de las funciones de la religión y la política, la
cual se pone de manifiesto en la arquitectura y en la disposición de la
Catedral y del Palacio del Virrey. Los españoles convirtieron la plaza
situada entre los edificios representativos en el centro de la ciudad; los
edificios circundantes podían ser vistos desde la plaza.
La
plaza misma
se convirtió en lugar de representación del poder, de control y de
comunicación. Aquí se celebraban las fiestas y lidias de toros, se da–
ban a conocer públicamente las notificaciones de carácter general y
se efectuaban las sanciones. La plaza, ahora convertida en plaza ofi–
cial, materializaba la ideología de la colonización y se convertía en uno
de los elementos más importantes de la nueva estructura urbana (Ro–
jas-Mix, 1978:67 fí).
La Plaza Mayor es aquí el punto de partida, el comienzo de toda
la ciudad, el lugar central, el cruce de los principales caminos y el
centro geográfico del todo; su situación, sus dimensiones y propor–
ciones,
f~an
la futura forma urbana que determinará de manera
física a la ciudad (Aguilera Rojas, 1994:74).
El espacio público en el centro se convirtió en el punto de parti–
da de la urbe: a partir de aquí, .comenzó a expandirse la ciudad de
México.
Setha Low llega a la conclusión de que el trazado en damero alre–
dedor de la plaza principal es una representación sincré tica de ideas
indígenas y coloniales , la cual pone de relieve los universos simbóli–
cos y cotidianos de ambas culturas. Con la superposición de ambas
culturas surge la identidad mexicana (Low, 1993:78). Lo decisivo en
este sentido no es el lugar de origen de la noción de ciudad, sino el
lugar donde esa noción fue animada y transformada en hechos con–
cretos, lo cual, obviamente, tuvo lugar en el Nuevo Mundo (Rojas-Mix,
1978:59). Esa historia se muestra en la plaza con la arquitectura, la
materialidad y la disposición de los edificios . Los acontecimientos his–
tóricos se repiten una y otra vez en las imágenes históricas
y
en las
memorias,
y
de ese modo quedan inscritos en la plaza.
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