El acuerdo no es, efectivamente, el primero
celebrado entre las partes. N o obstante, éste se
presentó, desde su negociación, como una alterna–
tiva de los países firmantes para enfrentar de la me–
j o r manera posible la importante participación que
los bloques económicos actuales (Comunidad Eco–
nómica Europea y los países del Sur de Asia) han
tenido dentro del nuevo orden económico interna–
cional, en renglones como los del comercio y la
producción, con aproximadamente 50% del total.
Así, con la puesta en práctica del Acuerdo,
Estados Unidos se trasladaba de su posición hege-
mónica en el capitalismo internacional a organiza–
dor del principal bloque económico dentro de su
espacio continental, donde Canadá representó su
primer avance real a través de la conformación de
nuevos mecanismos para la relación entre ambos
países. Por su parte, durante la década de los años
ochenta, Canadá profundizó la orientación de su
economía hacia las políticas de libre cambio al
comprometerse en un amplio programa de apertu–
ra, liberalización y desregulación económica.
El
ALC
entre estos países respondió desde un
principio al repliegue de las economías canadien–
ses y estadounidenses, en combinación con el em–
puje internacional fundamentado, apuntábamos,
en la conformación de bloques económicos regio–
nales que insistieron e insisten en vencer las prác–
ticas y tácticas proteccionistas.^
OBJETIVOS Y UM I T AN T E S DEL ACUERDO
En términos generales, los gobiernos canadiense y
estadounidense han manifestado su convicción de
que el
A L C
será un elemento importante que les
permitirá reorganizar y hacer más eficientes sus
respectivas economías para enfrentar la competen–
cia internacional. En función de lo anterior, se
concretó el compromiso mutuo de eliminar todo
tipo de barrera en su comercio bilateral, así como
liberar los servicios y los flujos de inversión al
Véase M.T. Gutiérrez, "Experiencias y coincidencias de una
variedad bajo el libre cambio; Canadá, México y Estados
Unidos", varios autores,
La integración comercial de México a
Estados Unidosy Canadá..., op. cit.,
pp. 154 y 155.
iniciar el año de 1999.'* Este tipo de medidas,
continiían suponiendo los gobiernos, posibilitarán
una mayor competitividad dentro del proceso de
la globalización de la economía internacional. Para
sendos países, éstos fueron los elementos que inci–
dieron fuertemente en la firma del
A L C
entre ellos.
Al surgimiento de fuertes bloques económicos
regionales a nivel mundial se unieron otros condi–
cionantes. Destacan entre ellos el creciente bilate-
ralismo mostrado por Estados Unidos en su comer–
cio exterior, la búsqueda de economías de escala
para elevar competitividad, y la oportunidad de
contar con la posible entrada en uno de sus princi–
pales mercados, respectivamente.
Adicionalmente, los dos países se comprome-
fieron tanto a instrumentar políticas de fomento
industrial (al legislar sobre normas técnicas, com–
pras del sector público, inversiones extranjeras,
etc.), así como a controlar aspectos importantes en
sus relaciones comerciales referidas, por ejemplo,
a subsidios, servicios y flujos de inversión. Entre
otros, estos elementos establecían un
ALC
que re–
basaba la sola liquidación de las barreras al libre
intercambio de mercancías.^
Sin embargo, la proyección de las posibles re–
percusiones sobre los firmantes de un acuerdo de
esta naturaleza es un elemento que no debe faltar.
La razón de lo anterior radica en la identificación,
desde el inicio, de los factores que determinan o
no ventajas comparativas con base en las experien–
cias de la evolución económica respectiva y, de ahí,
de los beneficios esperados por cada una de las
partes comprometidas.
En este aspecto, precisamente, las economías
estadounidense y canadiense siguieron caminos
diferentes. Mientras la primera se caracterizó por
un bajo nivel de apertura general, la segunda fun–
damentó su impulso económico con una influencia
importante de sus relaciones económicas in–
ternacionales en ambas direcciones, es decir, tan–
to en las exportaciones como en las importaciones.
•* Aunque aproximadamente el 75% del comercio entre Ca–
nadá y Estados Unidos no tenía trabas arancelarias desde
antes de la firma del ALC, persistía cierto tipo de barreras
que obstaculizaban cl libre intercambio entre estos países.
^ J. Tavaren, "Integración Económica en América del Norte
y el Cono Sur", en
Comercio Exterior,
México, agosto 1990.
p. 741.
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