internacionales: se verifica la sustitución de proteí–
nas por carbohidratos, la reducción del consumo
de alimentos básicos y la supresión de una de las
comidas al día.
Tal como lo estudió en su momentoj. Maynard
Keynes, a medida que el ingreso crece, la parte de
él destinada al consumo disminuye. Tal es el caso
de los gastos en alimentación: según aumenta el
ingreso se diversifica el consumo, o es suplantado
por el ahorro o por formas más claramente espe–
culativas de usos del dinero. Sobre esa base, dife-
renciadora de las estructuras de consumo, operó la
gradación social mexicana, mas, las políticas de
ajuste colocaron a la capa media de ingreso frente
a la imposibilidad de continuar la diferenciación.
Así sucedía en el consumo del transporte propio,
ya que los precios tanto de los automóviles como
de las gasolinas se incrementaron de manera sensi–
ble, y de ese modo se cancelaba en parte el orgullo
clasemediero del transporte individual (el auto más
económico pasó de 36 salarios mínimos como pre–
cio en agencia, durante 1981, a 67 en 1985, y casi
180 en 1988). Especialmente la revisión de precios
de las gasolinas, por lo difundido de su consumo,
significó un aliento importante al proceso inflacio–
nario que, se dijo, era el enemigo a vencer.
Por lo demás, el carácter perfectamente inelás-
tico de la demanda en transporte tradujo el aumen–
to del colectivo, en agosto de 1986, en una nueva
reducción del ingreso real.
Con respecto a la alimentación, desde prin–
cipios de la década de los ochenta ha existido un
considerable rezago expresado en que, según lo con–
signa el Censo General de Población y Vivienda de
1980, el 12% de los niños menores de cinco años
no tomaban leche y, en el caso de Chiapas, la pro–
porción llegó al 20%. Durante el resto de la década
fue notoria la falta de disponibilidad y el encareci–
miento de la leche, las carnes de res y cerdo, y el
huevo; la concentración del 50% del consumo de
los productos agrícolas en el 15% de la población,
verificada en la primera mitad de los años setenta,
seguramente se agudizó con la reducción de los
ingresos reales de la mayor parte de los mexicanos,
lo cual ha conducido a la ampliación de las deficien–
cias en el consumo de alimentos básicos; en rela–
ción con las carnes de res y de cerdo, el abatimiento
en el consumo per capita, respecto de 1982, acusó
en 1985 un abatimiento del 26.3% y del 11.8%,
respectivamente.
Según el Programa Nacional de Salud, los gru–
pos marginados redujeron su ingesta calórica en
un 18% entre 1982 y 1984, en un 15% la de proteí–
nas en general, y en un 50% la de proteínas de
origen animal, lo cual conduce a un estado de mala
nutrición que hace suponer una severa inflexión en
las tendencias de abatimiento persistente de la
mortalidad y morbilidad de la población.
En 1984, el número de defunciones por cada
mil habitantes, por primera vez en muchos años, se
incrementó (5.22 en 1983 a 5.39 en 1986. IV Infor–
me de Gobierno). En el caso de la mortalidad
infantil hubo una tendencia al aumento de defun–
ciones atribuibles a la avitaminosis y a otras defi–
ciencias nutricionales.
La utilización preferente del ingreso en alimen–
tación ha convertido a derechohabientes de los
diversos esquemas de seguridad social, que lo eran
nominalmente, en derechohabientes efectivos, con
lo que mientras la población teórica derechoha-
biente del
IMSS
creció a una tasa media anual del
3.6% entre 1981 y 1986, la consulta externa tuvo
una demanda efectiva que se incrementó, en el
mismo periodo, a una tasa del 6%; algo similar
aconteció en el
ISSSTE.
Este incremento en la demanda no tuvo res–
puesta por el lado de la ampliación y mejoramiento
de los servicios, lo cual propició un uso más inten–
sivo de los mismos y la reducción considerable de
la calidad:
Cuadro 3.10 Número de camas por 1 ООО derechohabientes
del Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982-1985
1982
1.57
1984
1.34
1985
1.23
Fuente: IV Informe de Gobierno.
1986.
Por lo que toca a la educación, a pesar de
continuar la expansión de los servicios públicos en
la mayoría de los niveles, éstos comenzaron a dar
muestras de rezago frente al crecimiento demográ
fico: la atención a la demanda global pasó de un
71.4% en 1983 a un 69.3% en 1986-87; el sistema
de educación media captó al 87% de los egresados
de primaria en 1982-83 y al 82.1% en 1984-85;
operó una considerable reducción de la matrícula