tecnológicas, a ayudar a sus parientes más pobres. La pri–
mera parte finaliza con un capítulo que explora el grado
en que los cambios transnacionales están afectando la
posición del propio Estado-nación.
La segunda parte del libro examina las diferentes re–
giones del globo, así como sus respectivas capacidades
para enfrentarse a nuevos desafios. Los países/regiones
se han seleccionado no sólo por su importancia, sino
también por sus muy diferentes situaciones: Japón es
visto cada vez más como una sociedad tecnológica diri–
gente; la India y China, con más del tercio de la población
mundial, luchan con la tarea de detener el crecitniento
demográfico y sacar partido de la tecnología; los países
más pequeños del mimdo en vías de desarrollo (se exami–
nan aquí Asia oriental, Latinoamérica, los países musul–
manes y el Áfiica subsahariana} muestran marcadas di–
ferencias en las respuestas a los desafíos demográficos y
tecnológicos; la antigua Unión Soviética sc enfrenta a
estas fiierzas globales al mismo tiempo que se desintegra
su anterior imidad, mientras que la Comunidad Europea
tiene que habérselas con los progresos transnacionales y
esforzarse por una mayor integración; por último, Esta–
dos Unidos, bien equipado en lo referente al poderio
militar, se enfrenta a unos desafios radicalmente nuevos
de 1ша natiualeza no militar. Cada capítulo estudia, de
maneta prospectiva, ima gama de resultados para el país
o la región en cuestión.
La tercera y última parte cambia de nuevo el centro de
atención para reflexionar sobre la pregunta más impor–
tante de todas: si estamos siendo desafiados por impor–
tantes fuerzas que actúan en favor del cambio, ¿de qué
modo puede una sociedad «prepararse» mejor para la
llegada del siglo xxi? ¿Qué características, qué fijerzas,
son deseables que posea un pueblo en estos tiempos de
cambios tan rápidos e impredecibles? Ésta parece ser
una linea de investigación más sensata que adentrarse en
la políticamente estimulante pero errónea pregunta so–
bre quién será el número uno en el año 2025 (o en el
2050), ya que admite la posibilidad de que las sociedades
se adapten al cambio y se centra en el proceso de adqui-
rír características deseables, o dc fundamentarse en ellas.
Sigue abierta, como siempre, la cuestión de si los países
y las regiones implicados se adaptan y adquieren dichas
fuerzas. Los seres humanos hacen su propia historia,
aunque -como nos recuerda Marx- bajo circunstancias
influidas por el pasado.
Es importante hacer hincapié en el horizonte tempo–
ral que da forma al presente trabajo. Algunos críticos de
mi discusión sobre la «relativa decadencia* de Estados
Unidos
en Auge y caída de ¡as grandes potencias
leyeron de
forma equivocada el texto y conci uyeron que me refería
más al hoy que a la próxima generación. De modo simi–
lar, quienes no están convencidos del potencial de los
robots (capítulo V) podrían no entender que los relativa–
mente escasos ejemplos de fábricas automatizadas de
hoy quizá no se diferencien de los pocos prototipos fabri–
les existentes cuando Malthus escribió su primer
Ensa–
yo;
la adopción genemlizada estaba a una generación de
distancia cuando menos. Dado que la mayor parte de las
proyecciones demográficas llevan hasta el año 2025, en
este libro se supone un período de unos treinta años en
la discusión de las tendencias transnacionales o de las
perspectivas de una región particular. Las estimaciones
que superan esa fecha son mucho más dudosas. Es más,
el ejercicio se complica por el hecho de que algimas de
estas fuerzas en favor del cambio se mueves a un rítmo
más veloz que otras: por ejemplo, mientras que la pobla–
ción de Noruega sólo cambia lentamente, ¿quién puede
prever a dónde nos llevará la revolución biotecnológica
en el próximo cuarto de siglo? De modo similar, si esta–
llan grandes convulsiones sociales (incluyendo guerras)
a comienzos del próximo siglo, ¿de qué modo afectarán
al destino de tos países o a la velocidad de las tendencias
transnacionales que aquí se discuten?
Porlo tanto.
Hacia el siglo XXJ no
presupone que exis–
ta un proyecto o un plan de marcha ideal que, de ser se–
guido, permitiría a todas las sociedades resolver el enor–
me cambio de las próximas décadas. Presupone que las
inminentes transformaciones -en particular la carrera
«nlre demografía y tecnología- afectarán, tanto posiüva