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Tema y variaciones de literatura 42
vendieran paquetes de libros, editados por Conaculta, a precios
bajos. Este último proyecto fracasó por motivos de mercado. Los
otros, no lo sabemos. O tal vez sí.
Ha habido, desde luego, otros esfuerzos igualmente celebra-
bles. Este recuento apresurado es apenas una muestra. Y todos
parten de una certeza. La de que, como dice Sergio Pitol:
Leer es uno los mayores placeres, uno de los grandes dones que
nos ha permitido el mundo, no sólo como una distracción, sino
también como una permanente construcción y rectificación de no-
sotros mismo.
9
Y tal parece que este siglo
XXI
es otra cosa. José Emilio Pacheco es-
cribió que vivimos en el tiempo de la rapiña y la codicia.
Borges afirmó que estaba más orgulloso de los libros que ha-
bía podido leer que de los que había escrito. Que él había sido, so-
bre todo, “un atento y agradecido lector.” Sus lectores le creemos
a medias. Mejor: estamos agradecidos con lo que escribió; pero
también con sus provocaciones de lectura. Con él y con muchos
otros –Homero, Dante, Shakespeare, Baudelaire, Rilke, López Ve-
larde, Revueltas, Huerta, Bonifaz Nuño...– hemos aprendido que,
como el buen degustador de vino, uno va depurando el gusto.
Otra parte de la historia tendría que referirse a la ruta que han
seguido las ediciones. Desde los diseños primitivos, hasta la elabo-
rada concepción de los llamados libros-objeto, una somera revi-
sión llenaría centenares de páginas. Me conformo con señalar que
prefiero los libros realizados antes de la irrupción de la tecnología
digital. La página “compuesta” por los cajistas no permite el espa-
ciado azaroso, en una sola línea, que sí se advierte en los parados
digitalmente por la necesidad de “justificar”. Con esto no quiero
decir que las nuevas tecnologías vayan a sustituir al libro impreso.
Antes bien, creo que los requerimientos de una sociedad que tiene
como nuevo dios al vértigo, acabará por poner a cada cosa en su
lugar. El
Ebook
es utilísimo durante los viajes, por ejemplo. Alfon-
so Reyes hubiera querido –y celebrado– esta nueva herramienta.
El enemigo del libro impreso está en otra parte. Este tiempo
de la rapiña y la codicia globalizadas es la del nuevo
Fahrenheit
451
. Un dato tan solo: la brecha entre ricos y pobres se ha hecho
9 
Ibid
., p. 9.
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