Contra un Diseño Dependiente - page 234

y el robar automóviles sean actos criminales?, eso reduciría el crimen por un
cambio de definiciones, ¿tratar de lograr un rearme moral y sustituir el auto­
control ético por medio del control policíaco y de las cortes?, ¿matar a todos
los criminales y reducir así el número de los que cometen crímenes?, ¿per­
mitir el saqueo a los futuros ladrones y reducir el incentivo para cometer crí­
menes?, etc.
En campos tales como el de los problemas mal definidos, y por tanto en el
de soluciones mal definidas, la posibilidad de planes viables descansa en el
juicio realista, la capacidad para evaluar ideas "exóticas", y en ella la canti­
dad de credibilidad y confianza entre el planificador y el cliente, que llevará a
la conclusión "está bien, tratemos esto".
7. Todo Problema perverso es esencialmente único
P o r supuesto, para dos problemas cualesquiera se puede encontrar por lo
menos una propiedad distintiva (de la misma manera que se pueden encon­
trar cualquier número de propiedades comunes) y por tanto cada uno de
ellos es único en sentido trivial. Pero por "esencialmente único" queremos
decir, que a pesar de largas listas de similaridades entre un problema actual
y otro previo, siempre podrá existir una propiedad distintiva adicional que es
de enorme importancia. Parte del arte para enfrentarse a problemas perver­
sos es el arte de no saber demasiado temprano qué tipo de solución aplicar.
No existen
clases
de problemas perversos en el sentido de que se puedan
desarrollar principios de solución que se ajusten a
todos
los miembros de
esa clase. En Matemáticas existen reglas para calificar familias de proble­
mas -digamos, para resolver cierta clase de ecuaciones- siempre que estén
establecidas ciertas características muy bien definidas, que se relacionen
con el problema. Hay características explícitas de los problemas dóciles que
definen las similaridades entre ellos, de tal manera que es factible que el
mismo tipo de técnicas sea efectivo para todos ellos.
A pesar de que existan similaridades aparentes no se puede nunca estar
se­
guro
de que las particularidades de un problema perverso no contrarresten
lo que tiene de común con un problema ya establecido.
Las condiciones de una ciudad que está construyendo un Metro pueden pa­
recer similares a las condiciones de San Francisco, pero los planificadores
estarían mal aconsejados si tratan de transferir directamente las soluciones
a esa ciudad. Las diferencias en las estaciones de transbordo o en la dispo­
sición de los barrios residenciales pueden contrarrestar las similaridades en
los esquemas del Metro, del centro de la ciudad, etc. En el mundo más com­
plejo de planificación político-social, es posible que cada situación sea de un
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