11. APRENDER A DISEÑAR COMO DISEÑA LA NATURALEZA
profetas les dijeron a los israelitas lo que querían escuchar, los falsos profetas del diseño han
venido diciendo a usuarios y diseñadores lo que ambos han querido escuchar. Así como sigue
sucediendo en política, así como sucedió con el Lysenkismo bajo Stalin (que negó la validez de la
genética moderna), o como operó la
ciencia aria
bajo Hitler (que afirmaba que la física teórica
era una perversión judía, y que sólo la física experimental era pura y válida),7° el barbarismo
manifestado en la arbitrariedad de las creencias subsiste en el diseño, donde todavía es una ob–
viedad escuchar que:
en gustos se rompen géneros,
sin intentar dar explicación alguna.
Por todo lo anterior, no sería nada malo re-semantizar el sentido peyorativo de los términos:
a-geométrico, desordenado, caótico, etcétera, en el diseño, y estudiar fríamente la pertinencia
de su aplicación concreta en nuestras disciplinas. El caos determinista no es irracional, por el
contrario, irracional es nuestra ignorancia cargada de prejuicios cuando juzgamos superficial–
mente aquello que no comprendemos cabalmente. "El caos no es una mera oscilación sin rumbo,
sino una forma sutil del orden'? l El caos determinista está sujeto a ley, y aunque por ahora su com–
plejidad extraordinaria rebase nuestra comprensión, podríamos sorprendernos gratamente al
intentar usarlo en nuestro beneficio, al intentar domarlo, conquistarlo, volverlo manipulable,
predecible, funcional y útil, al intentar diseñar con él y no en su contra, al aprovecharlo como
herramienta insustituible para el diseño de nuestros nuevos objetos complejos. De hacerlo así,
tendríamos que reorientar nuestra mente, tendríamos que ir en busca de una tecnología del
caos para el diseño, de un caos diseñado al servicio del hombre y de sus circunstancias.
Diseñar con ayuda del caos determinista sería diseñar objetos tan complejos como se quiera,
pero adecuados (o reducidos) a las necesidades físicas, químicas, biológicas, psicológicas y so–
ciales del hombre. Sería reorganizar la extraordinaria complejidad del mundo para encausarla al
servicio de los requerimientos peculiares de nuestra especie; en el caso de los aspectos percep–
tuales , sería diseñar para reducir esa inagotable complejidad a los límites sensibles de nuestra
capacidad cognitiva
72
,
con el propósito deliberado de alojarla dentro del rango permisible de
nuestro
atractor extraño cognitivo.
Especulando, podríamos preguntarnos, por ejemplo, ¿en qué momento de las perturbaciones
sociales, el estado de orden de un
estilo histórico tradicional
mantenido (casi) sin cambios du–
rante mucho tiempo, salta de un
atractor punto,
a un
ciclo límite,
o a un
toro
(de
n
dimensiones
con oscilaciones cuasi periódicas de previsibilidad asintótica)? ¿Se puede aplicar el concepto
de
inestabilidad de Hopf
al tránsito de un tipo de atractor a otro en el sistema arquitectura–
sociedad? ¿Siguen perpetuándose acaso las oscilaciones históricas entre clásico y barroco,
trayectorias más parecidas al atractor de Lorenz, que al atractor punto, o al ciclo límite? (Véase
figuras 17-20) .
A la manera de la evolución prebiótica de la materia, no sería nada malo retomar, del mues–
trario de procesos autocatalíticos de la biología, algunos ejemplos con el propósito de emularlos
70
Cj,
ibid..
pp.
204
Y
26 1.
71J. Briggs
y
F.
D. Peat,
op. cit.,
p. 45.
72Véase los conceptos de: supersigno, capacidad de canal humano, sinusoide informacional de la arquitectura, Javier Cova–
rr4pias,
El Delito de Contaminación Visual; La contaminación visual (11). La complejidad visual de la arquitectura, su impacto en
nosotros
y
sus ciclos históricos,
Lulu.com/es.
2008.
[75]
1...,67,68,69,70,71,72,73,74,75,76 78,79,80,81,82,83,84,85,86,87,...144