11. APRENDER A DISEÑAR COMO DISEÑA LA NATURALEZA
nos abre el umbral de un paradigma de conocimiento antes simplemente insospechado. Habrá
que cuidarnos, sin embargo, del precio que tendríamos que pagar por el uso de las máquinas
digitales. Éste consiste en que con cada iteración el error de redondeo (debido al número finito
de decimales que consideremos en los cálculos) crecerá más allá de toda tolerancia, de tal suerte
que, allende cierto límite, toda predicción carecerá de sentido, la previsibilidad se desvanecerá y
el caos (desorden) estallará en nuestra cara. Habrá que evitar con imaginación este escollo, ya que
el efecto mariposa nos acecha y amenaza con explotar cuando el número de iteraciones rebasa la
tolerancia concedida por los errores de redondeo.
4 '
Pese a ello, más allá de las teorías que nos hagamos sobre el mundo, las computadoras
se han convertido en los laboratorios experimentales digitales, laboratorios que reemplazan
nuestra vieja relación de experimentación con tubos de ensayo y microscopios en laboratorios
que se remontan a los tiempos de la alquimia y de la revolución industrial.
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El trueque de tubos
de ensayo por computadoras no es mera metáfora ya que:
[...] los investigadores del caos realizan iteraciones de sus ecuaciones tal como los químicos combi–
nan los reactivos; colores
y
formas que representan números fluctúan, se congelan
y
se fisuran en las
pantallas de las terminales."
Visualizar el mundo a través de la computadora (nuestros microscopio, telescopio, o bola de
cristal, actuales) es una manera de explorar lugares inaccesibles o completamente imposibles de
llevar a cabo en la naturaleza.
Las imágenes gráficas son la clave. "Es masoquista para un matemático hacerlo sin imágenes"
diría un especialista en caos.
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Por cierto, desde hace algunos años, en esta era de la experimentación por computadora,
los físicos descubrieron que éstas producían cualitativamente las mismas imágenes que los
experimentos reales, pero las generaban millones de veces más rápido y de un modo mucho
más confiable. Ante este horizonte de posibilidades, cualquiera podría insinuar que ¡los experi–
mentos reales quedarían, a partir de ahora, como réplicas, como simples verificaciones, como
ecos que confirman una realidad ya observada en las teminales gráficas de las computadoras!
Ante esta insólita situación, la realidad misma parecería estar más cerca de su constatación por
computadora que por medio del experimento realizado en la realidad fáctica. Para algunos, la
simulación se convertiría en la nueva realidad, mientras que la realidad tangible y material pare–
cería alejarse de nosotros a causa de su costo, su imprecisión, su poca confiabilidad, su lentitud,
su impureza .. . A partir de ahora, los entusiastas podrían empezar a afirmar algo así como: "esto
es verdad porque aquí está el experimento digital que lo demuestra': Como quiera que sea, una
cosa es segura: estamos asistiendo al retorno de la imagen y de la simulación en la ciencia.
41
ej,
J. Briggs
y
F.
D. Peat,
op.
cit.,
p. 73.
42
ej,
James Gleick,
op.
cit. , p. 38.
43
J. Briggs
y
F.
D. Peat,
op.
cit., pp. 14 Y15.
44
James Gleick,
op.
cit.,
pp. 38 Y39; véase también p. 207.
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1...,59,60,61,62,63,64,65,66,67,68 70,71,72,73,74,75,76,77,78,79,...144