11. APRENDER A DISEÑAR COMO DISEÑA LA NATURALEZA
la última generación de corazones artificiales es ya un intento concreto.
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Esto no quita que po–
dríamos aprovechar para el diseño de las nuevas ciudades la lección ingenieril del diseño fractal
del pulmón, el cual presenta el área de mayor filtrado posible dentro del volumen más pequeño.
Quizá, después de un tiempo, las contribuciones logradas en los objetos de alta tecnología se
derramen sobre los objetos cotidianos a los que (todavía tan artesanalmente) nos dedicamos los
diseñadores y las escuelas de diseño.
Si nos fuera dado incursionar en el mundo insospechado de todas las formas complejas,
particularmente en aquellas que tienen relevancia para nosotros, ahora podríamos empezar a
comprender que el barroco histórico ha sido, quizá, un intento tibio, un ensayo amordazado
para escapar de los grilletes impuestos por la ideología de lo simple, un gesto heróico para des–
prendernos del anclaje histórico a ideologías geométricas que han venido atropellando desde
antiguo el juego de nuestra imaginación.
Cabe aclarar que el deseo reiterado de lo simple en los estilos clásicos es tan humano y ne–
cesario como el deseo de lo barroco; uno y otro forman parte del alimento sensorial de nuestra
condición humana, sólo que durante toda la historia hemos contado con una sola herramienta
para diseñar: la herramienta de lo simple. No es sino ahora que empezamos a darnos cuenta
de que los dados del diseño estaban cargados hacia lo clásico y ordenado, mientras que las he–
rramientas geométricas para diseñar lo irregular y complejo (incluidos los brotes del barroco)
estaban todavía por inventarse. Construir nuevos dados que no se carguen ni hacia lo simple
ni hacia lo complejo es un reto cultural para construir los objetos del próximo futuro. Apenas
ahora empezamos a sospechar las extraordinarias ramificaciones que para la creatividad podría
proporcionar una geometría de los objetos complejos. Hasta ahora comenzamos a entender las
complejas ramificaciones del barroco como un reflejo del movimiento caótico de una cultura
cuya dinámica se puede concebir a la manera de un río en rápido flujo . Aquí, las formas complejas
de los ríos y del barroco parecieran nacer de un orden fractal. Es más, lo hiperbarroco de nuestra
cultura se podría entender como los rápidos sumamente accidentados de un río en rápido flujo .
Cabe la sospecha de que lo ultrabarroco de nuestra cultura sea el reflejo caótico de los turbulen–
tos movimientos sociales, ideológicos, económicos y tecnológicos de nuestros días. Sin esperar
demasiado, podríamos intuir que ambos (ríos y culturas) emergen de un orden fractal.
El desaire de los arquitectos
y
el invento de la ingeniería civil
Hace algunos años, allá por el arranque de la Ilustración, aparecieron nuevas ideas y nuevos re–
tos para la arquitectura. Los hechos eran claros, pero los arquitectos tenían otras ideas . Ante la
fantasiosa
idea de que gracias a la nueva ciencia de la resistencia de materiales las estructuras
de los edificios, los puentes de hierro y las nuevas fábricas y naves industriales podían calcularse
estructuralmente para volverlas más seguras, más económicas y más ligeras,13o los arquitectos
129
Cj.
César Monroy Olivares.
op. cit..
p. 152.
130
Cj.
Werner Szambien.
Simetría. gusto. carácter. Teoria
y
Terminologia de la Arquitectura en la Época Clásica (1 550· 1800).
Madrid. Akal. Arquitectura. núm. l. 1993. pp. 21. 28. 217-224; Peter Collins.
Los ideales de la arquitectura moderna;
Sil
evolución
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