11. APRENDER A DISEÑAR COMO DISEÑA LA NATURALEZA
Carl Jung conjeturaran que el espíritu del arte fractal no fuera otra cosa que un
arquetipo
del
inconsciente colectivo
(que supone patrones o complejos de expresiones artísticas innatos en
los humanos), tendríamos que buscar en nuestra especie, y más allá de ella, para adentrarnos
a profundidad en los patrones biológicos, químicos y físicos de la naturaleza. Si así fuera ,
entonces nuestro arte fractal sería un reflejo de la naturaleza fractal que nos formó, y no algo
arbitrario y por completo opuesto a las creencias dogmatizadas de la geometría euclidiana.
Briggs y Peat lo dicen como sigue:
Entre cuatro y seis mil años atrás los antiguos pueblos de Europa construyeron círculos de piedra y
los decoraron con rizos espiralados interconectados. Motivos similares aparecen en todo el mundo.
El psicólogo Cad Jung declaró que dichas imágenes son arquetipos o estructuras universales en el in–
consciente colectivo de la humanidad. ¿Es posible que dicha sabiduría colectiva estuviera expresando
sus intuiciones acerca de la totalidad de la naturaleza, el orden y la simplicidad, el azar y la previsibi–
lidad que se encuentran en la interconexión y despliegue de las cosas?138
Los petroglifos repletos de espirales de Sligo, en Irlanda, de hace unos 4500 años parecen de–
mostrar que aquellos magos-artistas tenían una concepción del arte intuitivamente fractal.
139
Es
más, si desde su historia más temprana el arte humano es un manifiesto reflejo del arte fractal
de la naturaleza, no debería sorprendernos encontrarlo en algunas de las expresiones culturales
de toda la historia; las sorpresa, más bien, sería la de encontrar exclusivamente arte a la manera
de la geometría euclidiana. Abundando en su comentario, Briggs y Peat sugieren que:
Los atractores extraños y los fractales introducen un profundo reconocimiento, algo emparentado
con el fascinante reconocimiento que suscitan las intrincadas figuras del arte celta de la edad del
Bronce, los complejos diseños de una vasija ritual Shang, los motivos rituales de los indios americanos
de la Costa Oeste, los mitos acerca de los laberintos, los juegos infantiles de lenguaje iterativo o los
patrones de los cánticos de los llamados pueblos "primitivos': Las armonías regulares del arte occiden–
tal clásico resultan casi aberrantes comparadas con estas formas.
l40
Todo gran arte -añaden ambos
autores- explora esta tensión entre el orden y el caos, entre el crecimiento y la estasis.
Por cierto, más allá de lo visual, se puede decir que son incontables las manifestaciones fracta –
les en la cultura; vibramos materialmente al ritmo de los ritmos fractales. Baste dar una rápida
ojeada a los sitios de Internet que ofrecen música fractal; destacamos en ella la llamada
música
rosa,
cuyas sorpresas enmascaradas dentro de una previsibilidad intermedia nos hace sentir
relativamente confortables; se trata de la música de los grandes clásicos, como también de la
música popular bien estructurada.
141
No hay necesidad de buscar demasiado para encontrar,
138
J.
Briggs y
F.
D.Peat,
op. cit.,
pp. 142 Y143.
139
CJ,
Dereek Parrot,
Fractats,
>.
140
J.
Briggs
y
F.
D. Peat,
op.
cit.,
p. 110.
141
CJ,
Música fractal en Internet: <
=en&lr=&q =fraetal+music& btnG=Sea rch>; véase tam o
bién Eliezer Braun,
op. cit.,
pp. 87·91.
[95]
1...,87,88,89,90,91,92,93,94,95,96 98,99,100,101,102,103,104,105,106,107,...144