11. APRENDER A DISEÑAR COMO DISEÑA LA NATURALEZA
La profesión arquitectónica, abrumada por un complejo de inferioridad -o, por lo menos, por un
sentido de inadecuación- fue a buscar una alianza con su hermana separada, esperando que, con una
cooperación más íntima, podría compartir parte de la gloria que había poseído en el pasado.
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No cabe duda, cuando la historia cambia y abre nuevos nichos para solucionar auténticas ne–
cesidades sociales emergentes, si las instituciones existentes se resisten, las nuevas con menos
prejuicios para resolver los nuevos retos , las reemplazan inevitablemente. En nuestro caso,
cuando los arquitectos rechazaron el reto del cálculo estructural, surgieron los ingenieros civi–
les para resolverlo; los primeros vieron limitado su campo de acción, mientras que los segundos
aprovecharon la oportunidad para consolidar un nuevo campo de conocimiento y una nueva
manera de satisfacer las necesidades sociales emergentes. La lección es clara: o sirves o te achi–
cas, o creces o te estrechas.
Pues bien, esta lección histórica podría aclararnos la mente con respecto al cambio de para–
digma que enfrentamos hoy. Es evidente que si los diseñadores se desinteresan de los nuevos
problemas, y si la demanda social por las nuevas formas de comunicación tecnológica siguiera
creciendo, entonces alguien tendría que hacerles frente . No hay de qué alarmarse, la historia nos
muestra que ante la negativa de unos, otros siempre tomarán el reto; esto, como acabamos de ver,
ocurrió ante la oposición de los arquitectos al cálculo de estructuras y la aparición consecuente
de la ingeniería civil.
Reiteramos: en el supuesto de que los diseñadores rechazaran el reto, no habría que desani –
marse demasiado ya que cuando las disciplinas se enceguecen en sus dogmas, de inmediato
surgen otras para satisfacer las nuevas demandas . Por ejemplo, en el caso de la historia de la
comunicación gráfica, los soportes emergentes fueron tomando el lugar de los venerados so–
portes anteriores (el papel sustituyó al pergamino, el pergamino al papiro, y así sucesivamente
hasta llegar a las tablillas de barro [y otros materiales] y la piedra). En esta vena de sustituciones
históricas, cuando la imprenta, la fotografía, la litografía, el telégrafo, el teléfono, el fonógrafo,
la radio, el cine, la televisión, etcétera, ocuparon masivamente los antiguos oficios al desarrollar
nuevas e inéditas formas de comunicar, simplemente nos enfrentamos a una enésima redis–
tribución de oficios y conocimientos en la historia de la cultura. El problema, en todo caso,
consistiría en seleccionar el nicho de comunicación más adecuado a nuestros intereses porque,
si la cultura decide renovar sus maneras tecnológicas de comunicarse, la comunicación se verá
obligada a revolucionarse de nuevo, aunque esta acción le pese a las profesiones o a las escuelas
aferradas a alguna de las magníficas formas de comunicar inventadas en la historia.
Ante el desconcierto generalizado en asuntos de diseño de la comunicación, ante la rápida
sucesión de términos para la disciplina hoy llamada Diseño de la Comunicación Gráfica
(Arte
de Imprenta, Arte Comercial, Arte Gráfico, Diseño Publicitario, Comunicación visual, Diseño
Gráfico ...
),136
ante el eventual cambio de nombres para las futuras escuelas de comunicación:
135
Ibid.,
p.
194.
136
ej,
W. A. Dwiggins,
"1922.
La nueva impresión exige un nuevo diseño'; Michel Bierut. Jessica Helfand. Steven Heller y Rick
Poynor (eds.),
Fundamentos del Diseño Gráfico, Biblioteca de Diseño,
Buenos Aires, Biblioteca de Diseño. Ediciones Infin ito.
2001.
p.
140;
véase asimismo: "Prefacio'; Steven Heller.
ibid. .
p.
15.
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1...,85,86,87,88,89,90,91,92,93,94 96,97,98,99,100,101,102,103,104,105,...144