se, de otra cosa que no sea el mero hecho de nacer
у
vivir con pleno
uso de ios cinco seniidos, Las otras facultades de las que iré hablan–
do y que son propias del hombre, son adquiridas y desarrolladas me–
díante el estudio y el trabajo. Son poseídas por la mayor pane de los
hombres con educación y disciplina, y todas proceden de la inven–
ción de las palabras y del lenguaje. Además del sentido, de los pen–
samientos, y de la secuencia de pensamientos, la mente humana no
experimenta ningún otro movimiento, Pero con la ayuda del lengua–
je y del método, esas facultades pueden desarrollarse hasta alcanzar
un nivel que distingue a ios hombres de todas las otras criaturas
vivientes.
Todo lo que imaginamos es fínito. No hay, por tanto, ninguna
¡np-nito.
idea o concepción de nada que podamos llamar
infi–
nito.
Ningún hombre tiene en su mente una imagen de magnitud in–
finita, y no puede concebir una velocidad infinita, un tiempo infini–
to, una fuerza infinita o un poder infinito. Cuando decimos que algo
es infmito, lo único que queremos decir es que no somos capaces de
concebir la terminación y los límites de las cosas que nombramos.
No tenemos concepción de esas cosas, sino de nuestra propia inca–
pacidad. Por tanto, el nombre de Dios es usado, no para que ello nos
haga concebirlo —pues El es incomprensible, y su grandeza y poder
son inconcebibles—, sino para que podamos rendirle honor. Y como,
según he dicho ya antes, todo lo que concebimos ha sido primero per–
cibido, todo de una vez, o por partes, por el sentido, no hay hombre
que pueda tener un pensamiento o representación de algo que no esté
sujeto al orden de lo sensoria!. Ningún hombre, por tanto, puede con–
cebir nada que no esté en algún lugar, que esté dotado de una mag–
nitud determinada, y que pueda dividirse en partes. No puede con–
cebir algo que esté oel todo en un lugar, y del todo en otro a un mis–
mo tiempo. Tampoco puede concebir que dos o más cosas estén a la
vez en un mismo sitio. Nada de todo esto ha pertenecido jamás, ni
puede pertenecer al ámbito de lo sentido. Decir lo contrario es ex–
presarse en un lenguaje absurdo, aceptado y heredado, sin que posea
en absoluto significado, de filósofos equivocados y de escolásticos en–
gañados o engañosos.
Hay en los animales dos clases de
movimientos
que
Movimiento vital
les son peculiares; el uno es llamado
vital,
comienza
y """""I.
con la generación y continúa sin interrupción durante toda su vida.
De este tipo son la
circulación
de la
sangre,
el
pulso,
la
respiración,
la
digestión,
la
nutrición,
la
excreción,
etcétera, movimientos todos ellos
que no necesitan la ayuda de la imaginación. El otro es el
movimien–
to animal,
también llamado
movimiento
voluntario.
De este tipo son
el
andar,
el
hablar,
el
mover
cualquiera de nuestros miembros si–
guiendo lo que primero ha sido imaginado en nuestra mente. Que el
sentido es un movimiento que tiene lugar en los órganos y panes in–
ternas del cuerpo humano, causado por la acción de las cosas que ve–
mos, oímos, etcétera; y que la fantasía no es nada más que ia reliquia
que de ese mismo movimiento queda en nosotros después del senti–
do, ya se ha dicho en los capítulos primero y segundo, Y como e!
andar,
el
hablar, y
otros movimientos voluntarios similares depen–
den siempre de un pensamiento procedente de
adonde, cómo y qué,
es evidente que la imaginación es el primer principio interno de todo
movimiento voluntario. Y aunque los hombres no instruidos no pue–
den concebir que haya movimiento alguno si la cosa movida es invi–
sible, o que el espacio en que se mueve, por su reducida dimensión,
no sea percibido por el sentido, ello no es obstáculo para que esos
DE LOS PRINCIPIOS INTERNOS DE LOS
MOVIMIENTOS VOLUNTARIOS LLAMADOS
COMUNMENTE PASIONES, Y DEL LENGUAJE
MEDIANTE EL QUE SON EXPRESADAS
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