Además de los anteriores, no puedo encontrar ningún otro len–
guaje para las pasiones. Porque maldecir, jurar, difamar etcétera, nada
significan como lenguaje, sino que son acciones de una lengua
acostumbrada.
Estas formas de lenguaje, digo, son expresiones o significaciones
voluntarias de nuestras pasiones. Pero no son signos ciertos de que
esas pasiones estén dándose de hecho, pues dichos lenguajes pueden
usarse de una manera arbitraria, sin que sepamos si, quien Tos usa,
tiene o no tiene las pasiones correspondientes. La mejor señal de que
las pasiones están de hecho presentes, se encuentra en el semblante
de fas personas, en los movimientos de su cuerpo, en sus acciones
y
en ios fines o propósitos que, por otros medios, sabemos que tiene
el hombre.
Y a causa de que, en la dehheración, los apetitos y aversiones sur–
gen de la anticipación de las buenas o malas consecuencias de la ac–
ción sobre la que estamos deliberando, el efecto bueno o malo de
nuestras deliberaciones depende de nuestra capacidad para anticipar
una larga cadena de consecuencias, cuyo fin muy raras veces puede
ser previsto por hombre alguno. Pero en la medida en que un hom–
bre pueda ver en esas consecuencias mayor bien que mal, podrá de–
cir que toda la cadena consecuencial constituye lo que los autores 11a-
Bien y mal
man un
Ыеп verosímil.
Y, contrariamente, cuando el
verosímiles.
mal excede al bien, toda la cadena de consecuencias
constituirá un mal verosímil. Así, quien posea, por propia experien–
cia o haciendo uso de su razón, ta capacidad de anticipar las conse–
cuencias con mayor seguridad, deliberará mejor
y
podrá, cuando lo
desee, dar mejor consejo a los demás.
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éxito continuo
es el logro de las cosas que un hombre desea de
cuando en cuando, es decir, la continua prosperidad, es lo que los
Feliádad.
hombres llaman FELICIDAD; felicidad en esta vida,
quiero decir. Porque mientras vivamos aquí, no habrá tal cosa como
una perpetua tranquilidad de ánimo, ya que la vida misma es movi–
miento, y jamás podemos estar libres ni de deseo ni de miedo, lo mis–
mo que tampoco podemos estar ubres de! sentido. El tipo de felici–
dad que Dios ha dispuesto para quienes le honran con devoción, será
algo que un hombre disfrutará desde el momento en que lo conozca.
Pero ésos son goces que ahora nos resultan incomprensibles, como
ininteligible nos resulta también el término
visión beatifica
que usan
los escolásticos.
La forma de lenguaje mediante ta cual los hombres significan que
МаЬаяха.
tienen buena opinión de algo, es la ALABANZA. Y
la que emplean para dar a entender el poder o la grandeza de algo es
Magnificación.
la MAGNIFICACIÓN. Y ta que emplean para sig
nificar la opinión que tieaen de la felicidad de ua hombre, es llamada
)or los Griegos jia^apiotió^, expresión para la que no tenemos nom-
ire en nuestra lengua^. Y , para el presente propósito, lo dicho sobre
'as PASIONES es ya suficiente.
' Quizá la expresión casLellana que recoge esta misma idea seria la de .pasión con
gratulatoria». Deoo esta sugerencia al profesor David R. Cunningham.