De una manera general,
y
en toda dase de asuntos, la VIRTUD
es algo que se valora por su emmencia, y consiste en una compara–
ción. Porque si todas las cosas fueran iguales en todos los hombres.
Definición de
nada merecería apreciarse especialmente. Por
virtudes
virtud mieiectual
intelectuales
siempre se entiende esas disposiciones de
la mente que los hombres ponderan, valoran y desearían poseer. Co–
múnmente reciben el nombre de
buen ingenio,
aunque la misma pa–
labra
talento
se usa también para distinguir, de las demás disposicio–
nes, una en particular.
Ingenio, naturalo
Estas
virtudes
son de dos clases:
naturales
y
ad–
adquirido,
quindas.
Por naturales no quiero decir que estén en
un hombre desde su nacimiento, porque eso sólo ocurre con su ca–
pacidad sensorial, cosa en la que los hombres difieren tan poco unos
de otros, e incluso de las bestias, que no debería clasificarse entre las
virtudes. Me refiero a ese talento que se adquiere solamente con el
uso y la experiencia, sin ningún método, cultura o instrucción. Este
Ingenio natural
INGENIO NATURAL consiste principalmente en
dos cosas: en una
celeridad en imaginar,
esto es, en una rápida su–
cesión de un pensamiento a otro, y en una
dirección firme
nacía al-
jún fm elegido. Por el contrario, una imaginación lenta constituye la
alia o defecto de la mente, al que solemos dar el nombre de TOR–
PEZA,
estupidez,
y al que a veces designamos también con otros
nombres que significan lentitud de movimientos, o dificultad de
moverse.
Esta diferencia en los grados de rapidez es causada por la diferen–
cia que se da entre las pasiones de los hombres; unos aman y detes–
tan una cosa, y otros aman y detestan otra. Y, por lo tanto, los pen–
samientos de unos hombres corren en una dirección, y los de otros
en otra, deteniéndose y observando de maneras cUferentes las cosas
que van pasando por su imaginación. Y como en esta sucesión de pen–
samientos lo único que los hombres pueden observar en las cosas so–
bre las que piensan es en qué
se asemejan
unas a otras, o en qué
di–
fieren,
o
a qué propósito sirven, o cómo sirven a dicho propósito,
aque–
llos que observan semejanzas que rara vez son observadas por otros,
se dice que tienen
buen ingenio,
expresión que, en este
Buen ingenio o
caso, quiere decir
buena fantasía.
Pero aquellos que
fantasia.
observan las
diferencias y desemejanzas,
lo cual llamamos
distinguir,
discernir y juzgar
entre cosa y cosa, se dice que tienen —cuando ese
discernimiento no es fácil—
buen juicio.
Y cuando éste
Buen juicio.
se refiere en particular a asuntos de conversación y de trato, en los
que es necesario discernir tiempos, lugares y personas, esta virtud se
I ama DISCRECIÓN.
Discreción.
La primera, es decir, ia imaginación o fantasía, no es considerada
como virtud si no va acompañada del juicio; pero la segunda, que es
el juicio y la discreción, es elogiada en sí misma, sin ayuda de la fan–
tasía. Además de la discreción en io tocante a tiempos, lugares y per–
sonas, necesaria para una buena fantasía, se requiere también que los
pensamientos de un hombre se apliquen a menudo a su fin, es decir,
que se haga algún uso de ellos. Una vez hecho esto, quien posee esta
virtud estará dotado para observar con facilidad semejanzas que re–
sultarán gratas, no só o por proporcionar ejemplos para su discurso,
embelleciéndolo con metáforas nuevas y adecuadas, sino también por
la originalidad de sus descubrimientos. Pero sin una firmeza de pro–
pósito dirigida hacia algún hn determinado, una gran fantasía es una
especie de locura, padecida por quienes, una vez embarcados en un
discurso, son distraídos de su propósito por cada cosa que les viene
al pensamiento, y se entretienen en tan largas digresiones y parénte–
sis, que llegan a perderse por completo. No tengo nombre particular
para designar este tipo de locura, pero su causa es a veces una falta
de experiencia que hace que a un hombre le parezca nuevo y original
lo que para otros no lo es; otras veces es la pusilanimidad, que nace
que le parezca importante lo que otros hombres piensan que es una
trivialidad; y cuando alguna cosa le resulta nueva e importante y, por
tanto, digna de ser dicha, ésta va apartándolo gradualmente del ca–
mino discursivo que se había trazado.
DE LAS VIRTUDES COMÚNMENTE LLAMADAS
INTELECTUALES Y SUS DEFECTOS
CONTRARIOS