dad mexicana. Esa competencia entre el Estado y la Iglesia se pone
claramente de manifiesto en el Zócalo: la Catedral, al igual que el
Palacio Nacional, ocupa todo un lado de la plaza. Ambos edificios
dominan el espacio a través de una monumentalidad que, aunque de
distinto signo, es igualmente sólida. Puede hablarse aquÍ, con Augé,
de una condensación espacial del poder (Augé, 1994:76
1).
La autori–
dad de la institución Iglesia (como la del Estado) está localizada e inscri–
ta en este lugar específico.
17
La inmovilidad del monumento -que en
el caso de la Catedral está amenazada debido a las condiciones natu–
rales del subsuelo y al hundimiento del edificio- fortalece la perdura–
bilidad de las estructuras de poder
(ibid.).
La
Catedral alude también en otro sentido a esa dualidad del espa–
cio: existe un afuera y un adentro . Ambos espacios se diferencian des–
de varios puntos de vista. Afuera hace calor y hay luz, se está inevita–
blemente a merced del sol y de la lluvia . Adentro está oscuro y frío,
uno está a resguardo de la naturaleza y se adentra en una intrincada
caverna repleta de objetos. En la plaza abierta y vacía no existe una
dirección definida (salvo la centralidad del astabandera); son posibles
los más disímiles movimientos y formas de apropiación de la explana–
da.
El
interior estructurado de la Catedral obliga, por el contrario, a
seguir formas de comportamiento y actitudes exactamente definidas.
La plaza simboliza la esfera pública (sociedad); del espacio interior de
la Catedral emana intimidad (religió n). La relación y la clara diferen–
ciación entre el afuera y el adentro, es subrayada aún más por el atrio.
Éste es un espacio de transición que uno recorre para ir del exterior
al interior, o viceversa, saliendo en ambos casos de un espacio para
entrar a otro.
El
atrio cumple en ese sentido no sólo una función de
separación espacial, sino que determina también distintas formas de
comportamiento, de percepción del espacio y de estados de ánimo
que recuerdan distintas situaciones de transición psicosocial (Rolshoven,
2000:
111
1).
La entrada sirve como preparación para una situación
17
El Palacio Nacional desempeña cada vez más una función simbólica, ya que
los asuntos del gobierno son despachados desde hace algunos años en la sede
gu–
bernamental de Los Pinos.
137
1...,127,128,129,130,131,132,133,134,135,136 138,139,140,141,142,143,144,145,146,147,...306