Mejoramiento al Comercio Popular, en el marco de un acuerdo con
las organizaciones de ambulantes, hizo construir 28 grandes locales
para mercados. Pero también esta estrategia fracasó: los mercados
cerrados no tenían la clientela espontánea de la calle, y muchos de
los vendedores ambulantes fueron a la bancarrota como negociantes
establecidos. Además, los espacios que se desocuparon en la calle
fueron de inmediato tomados por nuevos comerciantes (
ef
Schmidt,
1997:27).
Otra medida es la represión . Mediante rigurosos operativos
policiales, los comerciantes son expulsados y sus mercancías, con–
fiscadas . Sólo en algunos casos vale la pena para los comerciantes
rescatar sus mercancías por el alto precio exigido. Especialmente en
1995 se realizaron muchas de estas brutales redadas, en las cuales
hubo más de setenta heridos (Schmidt, 1997:27). Sin embargo, por
lo general los sitios habituales de los comerciantes son ocupados
de nuevo pocas horas después del operativo. Hay un eficiente sis–
tema de advertencia entre los comerciantes, que abarca desde in–
formaciones extraoficiales procedentes del aparato gubernamen–
tal hasta los vigilantes, que se advierten en forma recíproca mediante
un sistema de silbidos al acercarse la policía. Varias veces al día se
puede observar cómo de pronto todos los ambulantes recogen sus
cosas a toda prisa, empujan sus aparejos hacia las entradas de los
edificios, anudan los paños por los extremos y se recuestan sobre
el atado, de manera que, para la superficial pero conocedora vista
del inspector o de los policías, la calle está libre.
Así se quejaba doña María de que los inspectores siempre los
echan: "Nos levantan, nos van a levantar, no nos dejan vender, nos
quitan todo". Según dicen, hay dos grupos distintos de inspectores y
policías: unos que cobran y otros que se llevan las cosas. A menudo
los vendedores tienen miedo de desempacar todas sus cosas, por–
que los de la
camioneta
pueden robárselo todo (conversación con
María, 29 de julio de 1997). En varias ocasiones pude observar cómo
de pronto los abollados autobuses de la policía llegaban a la plaza.
De las puertas abiertas colgaban policías o inspectores civiles que
saltaban y lanzaban adentro todo lo que podían alcanzar.
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