tos internos, una parte del grupo emigró en busca de la tierra prome–
tida por su dios Huitzilopochtli. Fueron guiados en su búsqueda por
sacerdotes que recibían indicaciones del propio dios. Aquella peregri–
nación fue interrumpida continuamente por conflictos, divisiones y
asentamientos
(Cf
Prem, 1996:61). A finales del siglo
XIII,
el grupo
arribó finalmente a la región de los lagos en el Valle de México. Inten–
taron establecerse en las ciudades ya existentes, pero este propósito
fue en extremo difícil, pues constantemente surgian conflictos con la
población local
(Cf
Lombardo, 1988:46)' Entre las últimas paradas
del grupo se encontraban los elevados bosques a orillas del lago de
Texcoco, hoy bosque de Chapultepec. Allí, por medio de lazos conyu–
gales, intentaron integrarse poco a poco a las ciudades-Estados del
valle, pero además de los conflictos con los pobladores locales, exis–
tían otros problemas en el seno del grupo.
Cuenta el mito que el sacerdote Quauhcóatl recibió una noche
una señal de Huitzilopochtli sobre el lugar donde debían asentarse
definitivamente: se trataba de un lugar rodeado de agua en cuyo
centro, en medio de los juncos, verían un águila posada sobre un
nopal. Allí debían construir el templo para su dios
(ef
Clendinnen,
1991:23; Soustelle, 1986:32). Finalmente, durante sus viajes de explo–
ración y pesquería, hallaron en esa región pantanosa una pequeña
isla inhóspita, donde se podían ver todas las señales de la promesa. En
el lugar donde estaba situado el nopal construyeron un altar para
Huitzilopochtli, se establecieron allí e hicieron de ese lugar el centro
de la futura ciudad.
Tenemos suficientes razones para suponer que el águila y la ser–
piente se revelaron al sacerdote y a sus acompañantes en el sitio
donde, en el siglo xv, se edificó el templo para Huitzilopochtli; es de–
cir, hacia el noreste de la Catedral actual y a unos trescientos metros
de distancia, en la misma dirección del centro de la gran plaza que
hoy se llama Zócalo (Soustelle, 1986:43).
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Los conflictos no constituyen algo raro en este terriLOrio tan densamente po–
blado, ya que toda la región estaba habitada por cerca de un millón de personas, lo
que trajo como consecuencia enfrentamientos entre los distintos grupos poblacionales
a causa del limitado espacio
y
de los limitados recursos naturales (Meillner, 1996:26).
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