Eso es lo que cuenta el mito, que entreteje hechos históricos y ficti–
cios. En parte éste se basa en la historia de la peregrinación de un
grupo. Es un hecho histórico comprobado que en el siglo
XII
un grupo
de cazadores y recolectores provenientes del norte y que hablaban el
náhuatl, emigró a la región que rodea el Valle de México (Clendinnen,
1991:22). El mito de la peregrinación se refiere a lugares que real–
mente existieron yotros que se pueden ver todavía hoy. Hay, sin em–
bargo, algunas variaciones en las distintas versiones del mito, lo mis–
mo en relación con lugares que con hechos, lo que resulta un indicio
sobre la existencia de distintas interpretaciones y/ o reescrituras de la
historia. Los gobernantes aztecas, al igual que los españoles más tar–
de, hacían reescribir la historia de acuerdo con su propia convenien–
cia. Se sabe, por ejemplo, que el soberano Itzcóatl (1427-1440) hizo
quemar todos los libros antiguos y reinterpretar los acontecimientos
del pasado (Clendinnen, 1991:28).
La arqueología moderna se ha encargado de investigar los aspec–
tos contradictorios del mito azteca. A diferencia de las tesis mencio–
nadas anteriormente sobre la fundación de la ciudad, publicadas
por Soustelle en 1955 en su controvertida obra modelo, Prem plantea
que el momento histórico de la fundación de Tenochtitlan, fijado en
el año 1325, en un dato ficticio. Algunos hallazgos arqueológicos
indican que en ese sitio ya existían desde antes otros asentamientos
mucho más antiguos. El mito fundacional fue inventado
a posteriori
por aquel pequeño grupo proscrito a fin de fortalecer su identidad
respecto de los pueblos vecinos (Prem, 1996:75).
No es este el lugar, sin embargo, para diferenciar entre represen–
taciones verdaderas o falsas ni para someter a prueba los conoci–
mientos arqueológicos.
Me interesa en primer lugar la función del mito, su representa·
ción y la manera en que se manifiesta en el símbolo del águila y del
nopal. Ese símbolo representa la fundación de la ciudad, la cual,
según el mito, es ubicada en el Zócalo. Mito y símbolo desempeñan,
por tanto, un papel fundamental en la construcción del Zócalo como
centro mítico de la ciudad. Mediante la presentación de diferentes
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